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ASI MORIRA EL SOL
Nuevas fotos en detalle de la superficie
de esta lejana estrella muestran sus movimientos vibratorios con un
detalle sin precedentes. Nuevas investigaciones científicas
facilitan detalles para poder anticipar la muerte de el astro rey
del mundo
A unos 500 años luz de la
Tierra, una estrella como nuestro Sol agoniza. Chi Cygni se
ha hinchado hasta convertirse en una gigante roja de un
tamaño capaz de tragarse cualquier planeta a una distancia
como la que separa el Sol de Marte en nuestro sistema.
Además, ha empezado a emitir pulsaciones, latiendo como si
se tratase de un corazón gigante. Nuevas fotos en detalle de
la superficie de esta lejana estrella muestran sus
movimientos vibratorios con un detalle sin precedentes.
"Este trabajo abre una ventana al futuro de nuestro Sol a
5.000 millones de años vista, cuando esté cerca del final de
su existencia", explicó Sylvestre Lacour, del Observatorio
de Paris
Chi Cygni pulsa una vez cada 408 días. En su diámetro más
pequeño de 300 millones de millas, se torna moteada con
puntos brillantes como llamas masivas de plasma caliente
enturbiando su superficie. Esos puntos son como los gránulos
de la superficie de nuestro Sol, pero mucho más grandes. A
medida que se expande, Cygni se hace más fría y oscura,
creciendo en diámetro hasta los 480 millones de millas,
suficente como para engullir y asar hasta el cinturón de
asteroides de nuestro sistema si se tratase del Sol.
Por primera vez, los astrónomos han fotografiado esos
cambios dramáticos en detalle. Informan de sus hallazgos en
el número del 10 de diciembre de 'The Astrophysical
Journal'.
"Hemos creado esencialmente una animación del pulso de una
estrella a partir de imágenes reales," señaló Latour.
"Nuestras observaciones muestran que la pulsación no sólo es
radial". añadió. Tomar imáganes de estas estrellas variables
es extremadamente difícil por dos razones. Por un lado,
están ocultas por una compacta y densa capa de polvo y
moléculas, y por otra, porque se encuentran muy alejadas y
se muestran muy pequeñas, por lo que es preciso recurrir a
técnicas de interferometría.
Para este trabajo se recurrió al observatorio IOTA
(Infrarrojo-óptico) del Smithsonian Institution, ubicado en
el Monte Hopkins (Arizona).