La boda real da rienda suelta a los negocios

Las bodas reales tienen, desde la Cenicienta en adelante, la virtud de convertir a una plebeya en princesa. Pero lo que los cuentos no explotan -y el casamiento de Felipe de Borbón confirma- es su capacidad enorme para transformar al más modesto tendero de plaza en un voraz entrepreneur ante el que palidecería hasta Bill Gates.

.Para verlo, sólo basta echar una mirada a los miles de negocios que prosperan al amparo "del enorme amor" que, según Felipe, comparte con su novia, la asturiana Letizia Ortiz. Y los no menos de 22 millones de euros (26 millones de dólares) que, hasta ahora, carga el festejo a las arcas públicas, según estimaciones conocidas ayer.
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No se trata sólo de la explotación de variados souvenirs con la imagen de los novios: desde remeras a calzoncillos, desde botellas de sidra hasta la imitación -sin brillantes, claro- del anillo de compromiso. Es también "el espíritu de empresa" de quienes hacen su agosto en este mayo, con la primera boda real que vive Madrid en 98 años.
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Si tal ánimo se sintetizara en un solo personaje, posiblemente sería el dueño de un pequeño bar del casco viejo que dará "certificado de asistencia" a quienes consuman algo el día de la boda en su pequeño establecimiento. La idea ya fue comentada en las estaciones de televisión de todo el mundo.
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"¡Hombre! Que la dicha sea pa’todos... Hoy en día esto es un papel firmado por mí, pero dentro de treinta años será pieza de colección", explica él, traductor mediante.
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Un puestero cercano le tomó la idea y vende "imitaciones reales" (?) de la invitación a la boda, con el nombre del comprador escrito, allí mismo, sobre el mostrador, en caligrafía inglesa.
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Los sectores económicos que esperan sacar tajada son muchísimos: moda, hotelería, turismo, editoriales, gastronomía... y todo lo que la imaginación conciba. Desde el grupo de rock The Letizias -cuyos integrantes, pese a que la calidad es la misma de siempre, nunca fueron tan requeridos como ahora- hasta los festejos paralelos que se están montando para "quienes no vayan" al banquete del Palacio Real.
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El mayor evento social
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Con más de 4000 periodistas acreditados, España está convencida de que este casamiento será "el mayor acontecimiento social en Europa" después del de Carlos de Inglaterra con Diana Spencer, en 1981.
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La expectativa es alcanzar la audiencia de 900 millones de personas que se estimaron para ese malogrado enlace.
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Claro que también crece el malestar entre los críticos. "Queremos que nos digan de una vez cuánto cuesta la boda a los españoles", reclamó ayer, formalmente ante el Congreso, el bloque de partidos de izquierda.
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"Yo me resisto a que mis impuestos se vayan en esto", se escucha decir entre quienes comentan el inminente enlace.
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Lo primero es lo obvio: los souvenirs. La compulsión de compra creció de tal modo en las últimas horas que hasta la infanta Elena -la hermana del príncipe- no resistió y ayer cargó en la Plaza Mayor con varias remeras para sus hijos y sobrinos, todas ellas con la imagen del real tío estampada en colores.
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En estas horas previas, los dueños de los puestos de souvenirs son estrellas de televisión que promocionan sus productos. "¿De qué canal viene?", preguntan las vendedoras en cuanto alguien se presenta como periodista.
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Hasta el merchandising revela una forma de ser. Aun con todo su desenfado, el de España muestra hasta ahora cierto acartonamiento en el trato con su casa real. No hay aquí coronas para disfrazarse de reina ni pelucas para convertirse en Letizia, como sí las hubo -por caso- en el enlace de Guillermo de Orange con la argentina Máxima Zorreguieta.
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Una discoteca sí otorga caretas de Felipe a quienes asistan a sus fiestas durante este mes, pero lo hace puertas adentro. Y el Café de Oriente, estratégicamente ubicado frente al Palacio Real, sirve el mismo menú de los casamientos de Alfonso XII, Alfonso XIII y Juan Carlos. Los precios son también, bastante "reales".
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No pocos restaurantes promocionan servicios con "camareros de librea" para quien -aun con una tortilla de papas en el plato- quiera tener la sensación de estar en una mesa del banquete. Y hasta hay un grupo de cómicos que ofrece servicios de animación de fiestas "dignos de un príncipe..."
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Paquetes turísticos
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Como en las corridas de toros, la suerte ha sido dispar. Los "paquetes turísticos" del "Madrid y boda" no han dado todo lo que se esperaba.
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"Los atentados del 11 de marzo y el temor de que las medidas de seguridad impidan ver mucho fueron duros", dijo Miguel Yuste, de viajes Marsans.
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La hotelería madrileña declaró ayer que la ocupación "es la misma" que la de un fin de semana cualquiera, salvo para los establecimientos de cinco estrellas, demandados por jefes de Estado y miembros de casas reales.
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Pero si en algo se ha puesto empeño es en el "espectáculo" de la boda, en el que Madrid juega el papel de "escenario real".
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Todo es una escenografía nueva: más de mil proyectores robotizados "pintaron" con luz de colores los principales monumentos y enormes telones reproducen sobre fachadas obras de sus grandes maestros.
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"El balance entre costo y beneficio de todo este esfuerzo es favorable para Madrid", aseguró ayer la Cámara de Comercio local.
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Una vez más no hablaban tanto de lo que sienten los novios, sino de su gran apuesta como empresarios, a saber: que la cara que muestre la ciudad durante el casamiento real sea su mejor arma para convertirse en la sede de los Juegos Olímpicos de 2012, que ahora disputa con París, Nueva York y Londres.
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Dicho en palabras de los emprendedores de la boda real: "Que la dicha sea para todos".

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