Más de 142 millones de brasileños deberán hoy decidir a quién le dan su voto para que lleve adelante el destino del país hasta 2018, luego de una campaña agitada, atravesada por tragedias y acusaciones, en lo que será la mayor elección informatizada del mundo. El operativo electoral se desplegará por los 26 estados y el Distrito Federal mediante el sistema electrónico que permite evitar las fallas humanas y que precisa los resultados con rapidez. Así, además de presidente los ciudadanos elegirán gobernadores, senadores y diputados federales y estaduales, además de concejales de cada región. En estas elecciones se combinó una campaña con cuestionamientos, sorpresas, tragedias con un año de sucesos extraordinarios dentro del país como fue el Mundial de fútbol, que convirtieron a Brasil en un escenario pre electoral convulsionado. Es que en un año donde las profecías rondaban alrededor del Mundial y de los gastos y posibles protestas y el panorama electoral parecía dividirse entre la actual mandataria que busca su reelección, Dilma Rousseff, y el socialdemócrata Aécio Neves, el accidente aéreo donde murió el tercero en las encuestas, el líder socialista Eduardo Campos, cambió la escena política. Tras la muerte de Campos y la posterior elección por parte del Partido Socialista Brasileño (PSB) de Marina Silva como candidata (previo al accidente era la compañera de fórmula del socialista) la campaña sufrió un giro total y Silva comenzó a trepar en lo que parecía iba a ser un triunfo sobre Rousseff. Con su propuesta de poner en marcha una «nueva política», la ambientalista y evangélica, de 56 años, se presentó como una respuesta al deseo de cambio expresado por una parte del electorado de Brasil. Al mismo tiempo, Rousseff, cuestionada por sus rivales por las denuncias de corrupción en la estatal Petrobras, emitió señales de que en el segundo mandato que busca dictará cambios en la política, endurecerá medidas para “terminar con la corrupción y la impunidad”, y modificará parte del equipo de asesores de su gobierno. Lo difícil para Silva fue mantenerse arriba y, llegando al final de la campaña, los últimos sondeos de opinión mostraron un fuerte descenso en la intención de voto hacia Silva, y un repunte Rousseff, a la vez que también arrojaron una suba de Neves. Ahora, cuando el balloaje parecía algo seguro, (en Brasil para ganar en primera vuelta hay que reunir más del 50% de los votos) entre Rousseff y Silva, los estudios especulan con una posible victoria de la presidenta en primera vuelta, o en otro escenario, ubican a Neves más cerca de Rousseff, dejando a Silva en tercer lugar. Rousseff llevó en estas semanas como bandera sus logros sociales, el programa Mi Casa, Mi vida o el Bolsa Familia que ayudó a que más de 20 millones de personas salgan de la pobreza, aunque deberá enfrentar en un próximo gobierno las demandas de sectores como el estudiantil y el agrario, que continúa con las tomas de tierra en Brasil esperando algún avance en la reforma agraria. Con críticas, spots, jingles y denuncias mediante, los candidatos cerraron sus campañas en los medios este jueves, y ayer y hoy se dedicaron a hacer caminatas o apariciones públicas pero sin dar discursos y respetando la ley electoral. La definición sobre el futuro gobierno de Brasil aún puede seguir sorprendiendo y serán los 142,8 millones de electores los que decidirán qué proyecto de país prefieren para los próximos cuatro años.
142 millones de brasileños deberán hoy decidir quién lleve adelante el destino del país
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