La compulsión a lavar cualquier alimento que llegue a nuestras manos puede traer efectos contrarios a los buscados. La contaminación cruzada y las intoxicaciones alimentarias son los motivos más importantes para tener en cuenta. Pero, en algunos casos, también se pueden quitar sus nutrientes o volverlos inservibles para cocinar.
¿Cuándo conviene frenar el impulso a pasar todo por agua? Los nutricionistas dan su lista.
Huevos
“Con la presión del agua, esta cutícula se puede romper, con el riesgo de generar una contaminación”, explica Lluís Riera, director de la consultoría española de seguridad alimentaria y del agua SAIA. Además, agrega, “tampoco eliminará la salmonella”, agrega.
Carnes
Si se trata de carnes blancas, el agua tampoco elimina los microorganismos y, según la Organización de Consumidores y Usuarios de España, incrementará el riesgo de propagación de la bacteria causante de la gastroenteritis.
Lo mismo ocurre con el pescado. Además, “si se coloca en remojo se puede arruinar la carne”, completa Riera. Sí, “se pueden sacar las escamas usando un poco de agua”, agrega.
Congelados
“Si en este proceso usamos agua fría, puede ser adecuado”.
Hongos
Si, en cambio, se lavan los champignones, “les puede salir moho y, además, al ser como esponjas quedan mal al cocinarlos”, añade Pujols.
Frutas frescas