El cosmonauta soviético Serguéi Krikaliov se quedó en el espacio durante el colapso de la Unión Soviética en 1991. Incapaz de volver a casa, terminó obligado a quedarse en el espacio hasta nuevo aviso, y finalmente regresó a la Tierra un 25 de marzo de 1992, después de 10 meses en órbita, a un lugar que era muy diferente de lo que había sido cuando partió: la Unión Soviética se había fracturado en 15 naciones, los presidentes habían cambiado e incluso su ciudad natal, Leningrado, había vuelto a su nombre anterior: San Petersburgo.
Curiosamente, en ese momento, se suponía que Krikaliov serviría en las reservas militares, y casi se emitió una orden de deserción antes de que el ejército se diera cuenta de que su soldado de reserva ni siquiera estaba en el planeta. Krikaliov fue llamado por muchos «el último ciudadano de la Unión Soviética», pues partió de la Tierra como ciudadano de la Unión Soviética y aterrizó como ciudadano de la Federación de Rusia.