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viernes, noviembre 22, 2024
La normalidad no es "nueva" ni "vieja"

La normalidad no es «nueva» ni «vieja»

LAS NUEVAS NORMALIDADES

¿De qué hablamos cuando nos referimos a normalidad?
Según su definición es “la cualidad de lo que se ajusta a cierta norma o a características habituales o corrientes”. Podemos inferir que, dada su definición es, al menos dudoso el hecho de llamarla “nueva”: la normalidad no es nueva ni vieja, simplemente “es”.

Es lo que nos toca en este momento y, si bien colectiva, en algún punto se torna individual ya que en tanto seres únicos e irrepetibles desde esa singularidad nos adaptamos a las normas, esto fue, es y será de esa forma independientemente de las situaciones que tengamos que atravesar.
Entonces, si la necesidad de adaptación nos acompaña y acompañará permanentemente, ¿qué diferencias podemos encontrar en el proceso que transitamos hoy?

La diferencia más notoria se refiere a que intempestivamente nos vemos en la obligación de realizar profundos cambios en nuestra forma de vivir, aquellas adaptaciones que de tan sutiles y graduales casi pasaban desapercibidas y en general se hacían notorias luego de algún “¿te acordás…?” quedaron atrás, de un día para otro se hace necesario modificar hábitos profundamente arraigados sin saber si va a ser transitoriamente y de ser así por cuanto tiempo.
Dejando de lado cuestiones puntuales que en nuestras vidas nos hayan forzado a cambiar de un día para otro; en este momento la totalidad de la población está afectada.

Se puede ejemplificar según las consultas de counseling que surgieron por estos días, la frustración y añoranza por aquello que se daba por descontado, la angustia por las limitaciones actuales y la preocupación por lo que vendrá se puso de manifiesto en la mayoría de los casos.

Sobrevuela cierta renuencia a realizar cambios, quizás con la esperanza de impregnar de fugacidad la situación actual, lo que acrecienta nuestro malestar y en ese contexto aparece la promesa de una “nueva” normalidad que se presenta, al menos, desde su enunciado, más amigable que la “actual” normalidad.

Antes y después de pandemias y cuarentenas la normalidad no era uniforme, las restricciones y diferencias en sus distintos matices acompañaron a la humanidad y la acompañarán. Lo normal para una persona que vive en un pueblo del interior del país no lo es para alguien que habita la Ciudad de Buenos Aires o en una ciudad sudafricana, por citar algunos ejemplos. Brechas culturales, económicas y geográficas, nos separan y convierten en un punto lo habitual en tan dispar que hasta podríamos dejar de esperar normalidades únicas, no existían ni van a existir.

Este tiempo de espera puede significar, sin embargo, una oportunidad, dolorosa, pero oportunidad al fin, de reflexionar y repensar, si aquella normalidad que teníamos es tan deseable para nuestro futuro.

Algunas preguntas
No podemos encontrarnos con personas que frecuentábamos, pero ¿realmente las extrañamos?; aquello que hoy no podemos comprar ¿lo necesitamos?; forzadamente la convivencia con nuestras parejas se convirtió en permanente ¿es la persona con quien deseamos seguir compartiendo la vida?; nuevos hábitos y modalidades irrumpieron ¿por qué no conservarlos?; nos vimos en la obligación en cuarentena de decir no ¿cuáles de esos “no” resultaron un alivio?; tuvimos tiempo para actividades nuevas ¿cuánto de ese tiempo que nos faltaba lo ocupábamos en otras menos satisfactorias?

Estas y tantas otras preguntas pueden surgir y quizás, en el silencio y la quietud del aislamiento, sorprendentes respuestas nos brinden una guía para que la normalidad que se viene no sea solamente producto de normativas sanitarias, sino que la construyamos de acuerdo a nuestras necesidades y motivaciones.

Que esta vez sea esta normalidad la que se adapte a nuestras necesidades y posibilidades depende de nuestra voluntad. Es posible reacomodar aquello que nos perturba y que quizás esta cuarentena puso de manifiesto y, porqué no, de ahora en más tomarlo como un ejercicio periódico, una especie de barajar y dar de nuevo, pero eligiendo las cartas. Solo hace falta atrevernos y escucharnos con atención.

Clr. Claudia Quiroga Daldi
Equipo de Difusión del Counseling
de la Asociación Argentina de Counselors

                                                                      
Acerca de la Asociación Argentina de Counselors

La Asociación Argentina de Counselors (Consultores Psicológicos) nuclea a los profesionales de esta disciplina desde 1991 y obtuvo su Personería Jurídica como entidad civil sin fines de lucro en 1993. Los objetos de la Asociación son: nuclear a los profesionales Counselors; generar espacios de capacitación y actualización; establecer las normas generales y el código de ética y velar por su fiel cumplimiento; promover la realización de trabajos de investigación y su difusión; establecer vínculos, suscribir acuerdos y convenios de cooperación con otras instituciones y organizaciones; proporcionar asesoramiento profesional; crear espacios para compartir experiencias profesionales y recreativas; y hacer del Counseling una acción preventiva, promotora del desarrollo y bienestar de las personas.

Contacto:
Asociación Argentina de Counselors
aac@aacounselors.org.ar
http://www.aacounselors.org.ar/

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