En su editorial en Confesiones en la noche, la periodista y conductora Cristina Pérez criticó en duros términos las nuevas medidas de restricción impuestas por el presidente Alberto Fernández.
Señor presidente de la Nación, usted no está por encima de la Constitución ni la pandemia tampoco. Y como juró, si es que todavía lo recuerda, la patria se lo va a demandar. No el Instituto Patria, la patria se lo va a demandar.
Por estas horas, en las que desde tantos ángulos proponen guardar las urnas, no tiene mejor idea que mandar los tanques a la Capital, a la ciudad donde usted nació. No sé cómo le caerá pero esta noche sepa que sus conciudadanos porteños no lo consideran una persona grata. No solo por el sonido de las cacerolas.
La autonomía de la ciudad de Buenos Aires, que tiene carácter de ley, ayer en un mensaje del primer magistrado de la Nación ha sido avasallada de palabra y con la amenaza de llevarlo a la acción.
Señor ministro de Educación, Nicolás Trotta, si usted tiene palabra, renuncie. Si es que usted valora la consistencia de su palabra, renuncie. No se explica que en solo horas haya argumentado que la escuela es central para poder transitar este momento de dificultad, que la discusión no es presencialidad o no, que “las restricciones no pueden empezar por la escuela cuando la evidencia demuestra que son espacios seguros y necesarios para acompañar a nuestros niños”, y al poco tiempo su presidente haya borrado con el codo lo que usted escribió con la mano.
Si usted tiene dignidad y palabra, renuncie. Y si no, todos sacaremos nuestras conclusiones. Porque, ¿sabe qué? Si para usted la palabra no vale, para nosotros sí. Y por lo menos no ocupe el lugar de alguien a quien le importaba la educación como Domingo Sarmiento. No ocupe ese lugar porque si usted no tiene la dignidad de mantener las ideas que ayer por la mañana mencionó, a ese lugar no lo merece, señor ministro de Educación.
Señora vicepresidente de la Nación, dé la cara. Estas fueron sus ideas. Desde ayer por la mañana, quedó claro en el mensaje por momentos dramático de la ministro de Salud de la Nación, Carla Vizzotti, que se iban a evaluar primero los resultados de las restricciones anunciadas hace tan solo una semana. Acto seguido, se defendió la presencialidad en las escuelas.
Se desmintió y se descalificó como rumores las informaciones que anteayer periodistas de radio Mitre dejaron trascender sobre la idea de un cierre total. Solo horas después prevaleció la mano dura, festejada por quienes son sus claros voceros como Axel Kicillof, y la diputada Fernanda Vallejos. Todos sabemos que ellos no hablan sin tener el dedo pulgar de la vicepresidenta levantado. Pero usted vicepresidenta, como siempre pasa cuando las papas queman, se esconde. Dé la cara. Si es líder de un espacio, por lo menos hágase cargo. A su presidente se le ven los piolines.
Estamos transitando horas dramáticas. La tragedia educativa a la que han dado lugar, señores del gobierno nacional, ustedes no tienen idea lo que va a generar. Va a generar la mayor defensa a la educación de los niños por parte de la sociedad civil. Eso ya está pasando. Ustedes son los autores pero le van a dar la oportunidad a quienes defienden, ante una medida inconsulta, ilógica, insensata y dañina, la politiquería en un momento de extrema gravedad.
Están usando la pandemia, una situación de tremendo sufrimiento en la que han sido incapaces e ineptos para conseguir lo básico que son las vacunas, como un instrumento de su guerra política contra la Ciudad. Tengan la honorabilidad de pelear con los instrumentos de la democracia como adversarios civilizados que se respetan a través de las urnas. No les escapen a las urnas, a las que dicen defender.
Se parecen más a los dictadores que tanto dicen aberrar. Fue una noche trágica porque no estamos observando un presidente que ha decidido, como prometió en su discurso inaugural, buscar la unión nacional. Estamos ante un presidente que solo cortó las líneas telefónicas de los gobernadores y del jefe de Gobierno porteño para tomar una decisión donde hiciera sonar el golpe fuerte en la mesa. Sepa que ese golpe, señor presidente, no es el consenso ni la unión que usted prometió.
En horas graves, cuando debería convocar a la unión de los argentinos de verdad, confunde el consenso y el diálogo con una voz imperativa que dice “obedezcan”. Señor presidente, usted no está por encima de la Constitución y, créame, la Patria se lo va a demandar. Con respecto a nosotros, los que tenemos la tarea de informar, tampoco nos va a meter miedo.
La culpa de la gravedad que atravesamos es de que su gobierno perdió la autoridad. ¿Sabe de qué consta la autoridad, señor presidente? Primero, de dar el ejemplo. Segundo, de cumplir con las promesas. Tercero, de no engañar a la gente como hicieron con el vacunatorio VIP, generando privilegios en la casta política. Cuarto, por lo menos tratando a la gente no como chicos que se portan mal sino como ciudadanos, que son los verdaderos soberanos. No se olvide de eso, señor presidente, porque la patria, que no es el Instituto Patria, se lo va a demandar. /Radio Mitre