Los videojuegos son hoy uno de los mercados más rentables dentro del sector del ocio. Su calidad es excepcional y, gracias a los dispositivos móviles, tenemos una gran oferta, cómoda y, en algunos casos hasta gratuita. Pero hubo títulos, en los inicios de este entretenimiento, que tuvieron un impacto en toda una generación. Hablamos de los arcades y los primeros videojuegos para consola y PC. Veamos algunos ejemplos.
Las plataformas: los reyes del arcade
Sonic the Hedgehog fue la gran apuesta de Sega de principios de los 90. El clásico juego de plataformas con un personaje divertido y mucha acción gracias a sus movimientos y la velocidad del juego. Sus gráficos, además, eran de buena factura y agradables para el jugador. Inició una saga que la marca supo rentabilizar para hacerle la competencia a su rival, Nintendo, que triunfaba son el fontanero Mario Bros, tal vez el icono de los juegos de plataformas de la época, aupado, además, por la Game Boy, competencia directa de la Game Gear de Sega. Eso sí, la Gear era en color.
Las tortugas ninja apareció justo cuando acababa la década de los 80´s (un par de años después del estreno de la película) y sorprendió por su calidad gráfica y los movimientos de los protagonistas. Pero lo más impactante era la posibilidad de poder participar cuatro jugadores al mismo tiempo en modo colaborativo, cada uno con su tortuga que, además, tenía su propia arma. Además de su versión arcade, se lanzó para la consola NES, con un gran éxito mundial.
Un año más tarde, 1990, descubríamos una de las mayores joyas que han existido para PC: el Prince of Persia, un juego de plataformas donde, equipado con una espada, nuestro protagonista deberá rescatar a la hija del Sultán de un malvado y ambicioso brujo. Curiosamente, el juego no tuvo demasiado éxito en Estados Unidos, pero sí triunfó en Europa y Asia; a pesar de la lucha de espadas, su temática era bastante inocente. No ocurría así con Golden Axe, creado por Sega en 1989 y ambientado en un mundo parecido al de Conan; se convirtió en todo un referente del “slasher”.
Golpes y disparos
Pero no todo eran juegos de plataforma. En 1987, una empresa llamada Capcom lanzó un juego de combate llamado Street Fighter que los aficionados pudieron encontrar en las máquinas de arcade. Su éxito fue fue mundial y de él surgieron algunas secuelas. Y aquí es donde llegó Street Fighter II, en 1991; esta entrega sí que fue una revolución sin precedentes, ya que incorporaba más personajes y se podía elegir a cualquiera para que nos representara, permitía ciertos ataques especiales combinando sus seis botones: todos los personajes tenían al menos un ataque especial. Ganó el premio a juego del año y permitió empezar una saga que llega hasta nuestros días, con versiones más adaptadas a la tecnología actual, con torneos de eGamers por los que se pueden realizar apuestas en webs especializadas como Rivalry. Marcó todo un hito en su época e inspiró a otros videojuegos, como el Mortal Kombat.
En 1993 llegaba la revolución en forma de “shooter”, el Doom, que engancho a su PC a millones de jugadores alrededor del mundo. Su estética oscura y aterradora contribuía a que el usuario se sumergiese aún más en la historia. El éxito que cosechó abrió la puerta a otros títulos de este género como Quake (también con un ambiente desesperante, pero con enemigos más inteligentes) o Duke Nukem 3D (de carácter más desenfadado), además de una secuela del propio Doom y de una película del mismo nombre.
Los puzles también tenían su espacio
Evidentemente, no todo en la época consistía en repartir tortazos y disparos mientras nuestro personaje daba saltos. Otros juegos de temática bien diferente hicieron las delicias de los jóvenes de esos años. A destacar, el incombustible Tetris (1985) y su pegadiza melodía, un puzle que nos obligaba a ir colocando piezas geométricas, que caían cada vez más rápido, para evitar que se formasen filas verticales. Casi una década más tarde, llegaría el Puzzle Bobble, que cambiaba esas piezas por globos y en el que debíamos formar combinaciones de colores para que no llegasen a nuestro lanzador. Mucho más sencillo, pero con un éxito incontestable, encontramos al Arkanoid: una básica plataforma para hacer rebotar un pelota era todo lo que teníamos para ir rompiendo una especie de ladrillos, algunos de los cuales nos proporcionaban propiedades especiales.
Y estos son sólo algunos casos. Por lógica, cada generación, y cada persona, ha tenido sus preferencias y se han visto marcados por títulos diferentes. Pero hay que reconocer que la emoción que despertaban estas máquinas o el hecho de llegar a casa con tu videojuego nuevo para PC o consola es difícilmente repetible. Tal vez fuera la edad, que lo envuelve todo de romanticismo.