10 muy buenas buenas razones para no tener hijos jamás

No es por egoísmo. Tampoco es por amargura, como suele describirse a esta decisión en las sociedades más conservadoras. Simplemente, son prioridades y decisiones que se toman. Y estas incluyen pros y contras. Lo mismo sucede con tener hijos. Es una decisión donde se colocan muchos factores en la balanza.

En esta ocasión, revisaremos los contras, que seguramente muchos de ustedes han sopesado viendo a los niños revoltosos que hacen pataletas y shows de Broadway en el parque porque no les compran lo que quieren, o a sus amigos permisivos que tienen a pequeños monstruos como hijos. Y por todas estas razones, y por las que presentaremos a continuación, es que ustedes no querrán ser padres nunca.

Ustedes no tienen vida propia: Se tienen que someter a horarios de sueño tiránicos, y olvídense de sus gustos individuales. Tienen que contar con el niño para todo, y pensar en él primero. Cualquier excentricidad quedará fuera de sus vidas. Sus relaciones, todo, quedará sopesado por el hecho de tener un niño. Si fumaban, bebían o adoraban hacer compras, olvídenlo. Todo irá para la criatura en cuestión.

No les van a salir como esperan: Muchos adultos culpan a sus padres por sus traumas de la niñez. Y otros niños, de igual modo, son unas criaturas insoportables con las que seguramente no se llevarán bien cuando crezcan. Que se los digan historias como «Tenemos que hablar de Kevin», donde el pequeño protagonista es un asesino en serie de 16 años. Todo puede pasar. E igual, tendrán que amarlos.

El dinero irá hacia cosas mucho menos interesantes: Como colegios (se quebrarán y endeudarán por pagarles la Universidad a algunos futuros vagos), ropa, psicólogo (porque si son padres permisivos y «los traumatizan», deben llevarlos ahí), y juguetes caros cada temporada. Ustedes vivirán endeudados. Y olvídense de comprarse algo.

Ya no podrán ser ustedes mismos: Por darle ejemplo al pequeño vástago, ya no podrán maldecir, ver porno, ver cine con escenas de terror, y hacer tonterías con sus amigos. Se convertirán en una versión del tipo de «¿Dónde está Blu?». O la versión contemporánea del Señor Flanders. Igualmente, pueden ser malos padres y criar a verdaderos monstruos.

Tendrán que soportar etapas infernales: Una etapa escatológica, del año 0 al 10, llena de fluidos corporales ajenos. Mas los berrinches. Luego, los odiarán (y ustedes no sabrán por qué) en la adolescencia. Y luego, les pedirán dinero ya de adultos irresponsables.

No podrán concentrarse en su carrera, u otras cosas importantes: Muchos dejan grandes perspectivas por criar niños. Luego no pueden retomar sus carreras por la competencia. Ya no pueden viajar. Ya no pueden ir con sus amigos a lugares increíbles. Dejan de vivir su vida.

Si odian a los niños, será un suplicio: No soportan sus caprichos, su precocidad, su mala leche e hiperactividad. Solo lo harán con el suyo, pero algún día se les colmará la paciencia y se volverán locos en el intento.

Ellos no los pondrán a ustedes como el sentido de su vida: La pobre madre entregada nunca recibe nada a cambio, sus hijos ingratos pueden ponerla en un asilo de ancianos. Eso prueba que tener hijos no completa la vida de nadie (al igual que las madres asesinas o las depresivas). Pueden llenarla con otras cosas que un niño.

El padre o la madre pueden ser cretinos: Drama, drama, drama. Cuando uno de los dos no se responsabiliza de nada y resulta ser un verdadero desastre, los niños crecen en peores ambientes que los que presenta ‘Teen Mom’. Y ustedes sufrirán por siempre al ver que el otro nunca se hizo cargo. Saldrán adelante, pero ya no confiarán de la misma manera.

Porque no quieren. Punto: Y nadie puede obligarlos a elegir. Hace mucho tiempo se acabaron esas imposiciones sociales. Si quieren otra vida sin niños, son libres de hacerlo.