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sábado, noviembre 23, 2024
Crecen las denuncias por la mala calidad de los productos "Made in Argentina"

Crecen las denuncias por la mala calidad de los productos «Made in Argentina»

Los consumidores argentinos se topan con un nuevo problema -ahora en aumento- que va más allá de la escasez de equipos tecnológicos de calidad, de la poca presencia de marcas de renombre a nivel internacional en el plano local o de la dificultad para conseguir repuestos.

Tiene que ver con la rotura de productos nuevos, que sufren fallas a poco de haberse estrenado, lo que pone una clara señal de alerta sobre la durabilidad de los artículos del hogar que se comercializan en la Argentina.

Las evidencias quedan plasmadas en la gran cantidad de reclamos que llegan a Defensa del Consumidor, en donde este tipo de inconvenientes acaparan la mayoría de las denuncias.

Más allá de las broncas y pérdidas de tiempo que se generan en cada reclamo o denuncia, lo cierto es que los expertos del sector ponen la lupa en un tema clave: la pérdida de confiabilidad de los artículos de tecnología puestos a la venta.

Por un lado, vinculan esta problemática a la «ensamble-dependencia».

Recalcan que Argentina -por sus altos y cambiantes costos- se encuentra con dificultades para producir a una escala tal que justifique millonarias inversiones en maquinarias y en matrices, comparables a los desembolsos efectuados en otras naciones que hoy día abastecen de productos a los principales centros de consumo del mundo.

Esto atenta no sólo contra la calidad, sino que reduce la variedad de modelos y limita la constante mejora de los procesos productivos, que permiten abaratar costos y reemplazar el material importado.

En segundo lugar, por la ausencia de competencia externa, que le resta presión al fabricante argentino.

Así las cosas, desde fallas en computadoras y celulares, hasta en heladeras, equipos de aire acondicionado, lavarropas o televisores, forman parte de las múltiples denuncias en Defensa del Consumidor.

Desde Camoca, una de las cámaras que reúne a los fabricantes de equipos de computación e insumos, su titular, Carlos Scimone, rápidamente confirmó los problemas de calidad que hoy se hacen visibles en la electrónica «Made in Argentina».

«Hay una debilidad evidente que, a mi entender, guarda relación directa con el tipo de piezas que se utilizan para ensamblar. La mayoría de las empresas opera con material de baja calidad y no hacen una supervisión seria de partes o piezas de productos», afirmó.

«Lenovo, por ejemplo, hasta hace muy poco no se mostraba muy estricta en sus criterios de fabricación, a diferencia de marcas como HP», aseguró.

E hizo referencia a un tema clave que suele prestarse a confusión: una cosa es certificar la calidad de una parte de un proceso que integra una larga cadena de elaboración y otra muy distinta es asegurar la confiabilidad del producto terminado.

«En la Argentina, hay empresas que certifican los procesos de producción pero no el rendimiento final de aquello que comercializan. Nuestro país debería obligarse a masificar la vigencia de los sellos de calidad, algo que no sucede», aseveró.

Scimone sostuvo que, en simultáneo a la menor calidad, «hay empresas que no sólo se limitan a ensamblar sino que los modelos que producen lejos están de ser de última generación».

El empresario y directivo expresó que «venimos notando una mayor cantidad de quejas por la calidad de los celulares y por la rotura de ciertas partes que se usan en el producción. Por ejemplo, hay escaso control en la calidad de las plaquetas o en periféricos como de los teclados que se utilizan en los dispositivos».

Calidad en suspenso

Desde el Instituto Argentino de Normalización y Certificación (IRAM) Gustavo Fernández Miscovich, gerente del área de electrónica de ese organismo, comentó que se está en una instancia en la que «los equipos que comercializan algunas marcas en el mercado son más pasibles a tener fallas tempranas».

«La electrónica actual es muy económica en su elaboración. De ahí que la tasa de muerte temprana se haya incrementado. Además, el bajo rendimiento se explica por factores extra que deben ser tenidos en cuenta. Uno de ellos es el transporte», aseguró.

Miscovich hizo referencia a que en la Argentina el transporte terrestre se utiliza para el traslado de casi la totalidad de la producción electrónica.

«Que casi todo se transporte por camión también repercute en la calidad de lo que se produce. Es innegable. Se rompen piezas, se aflojan partes, entre otras cosas. La seguridad del embalaje también incide en el estado final y en posterior rendimiento del equipo», expresó.

El directivo remarcó que en el país se da la característica de que «que la gran parte de equipos se fabrica en la provincia más austral, a miles de kilómetros de los centros de consumo, algo que tiende a agravar el problema».

Otro experto del sector, en estricto off the record, aseguró que la multiplicidad de casos de electrodomésticos que fallan apenas se han comprado, se debe a los criterios de producción que el Gobierno fijó para Tierra del Fuego.

«El régimen establece que a esa provincia ingresa un volumen de partes y accesorios, a partir del cual debe obtenerse una determinada cantidad de productos terminados», señaló la fuente.

Y agregó: «Como a las empresas se les exige que lleguen a ese número sí o sí, entonces muchas veces se ven obligadas a entregar a los comercios incluso hasta aquellos productos que presentan fallas».

«Si por ejemplo en medio del proceso, o en el transporte, a un fabricante se le dañaron algunos equipos, entonces debe ingeniárselas para completar la producción comprometida. A veces logran repararlos, otras los emparchan. Esto también explica por qué algo que se compró nuevo al poco tiempo deja de funcionar bien», completó.

Un problema cotidiano

Enrique Carrier, titular de Carrier & Asociados, aseguró que en el mercado «se observa una baja en la calidad de los productos que ya resulta difícil de disimular y no puede discutirse».

«Abundan los casos de artículos electrónicos que se compran en algunas cadenas y se rompen a los pocos días. Esto sucede hasta con los teléfonos de última generación. En los electrodomésticos tal vez resulta más visible por el simple hecho de que incorporan mayor cantidad de componentes», comentó.

«Está sucediendo algo que se vio en décadas anteriores: personas que optan por un producto usado, importado o de marca de renombre, en lugar de uno nuevo de dudosa calidad», dijo.

Para Carrier, el actual escenario guarda relación directa tanto con el tipo de equipamiento que se utiliza en la Argentina, como también con el contexto y limitaciones en las que se mueven los fabricantes.

«Los dispositivos que se producen y se ofrecen hasta a veces tienen un diseño o una prestación que ya quedó antigua en otros mercados del mundo», argumentó.

En su visión, la falta de competencia entre los fabricantes y la formación de un mercado oligopólico han hecho que los productores no se preocupen demasiado por dar un buen service de posventa.

«Creo que los que venden están relajados, no se preocupan mucho. Al no entrar productos de afuera y los que fabrican en el sur ser unos pocos, entonces aprovechan un mercado cautivo», agregó.

Carrier señaló que «si no existe la presión por competir, a lo que se suma que el mercado interno es aprovechado por un pequeño grupo, entonces para los empresarios de Tierra del Fuego el criterio de trabajo se aliviana».

«Una vez que se rompió aquello que se compró, al consumidor le espera el calvario de salir a buscar quién lo puede reparar y si tiene el repuesto. Luego de ello, decidir si le conviene cancelar esa reparación en cash y arriesgarse a que se vuelva a romper», concluyó.

Fuente: http://www.iprofesional.com/notas/190286-Se-compran-nuevos-se-rompen-y-crecen-las-denuncias-por-la-baja-calidad-de-productos-Made-in-Argentina

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