Más luz sobre los ataques que desde las sombras recibe el papa Francisco: un obispo recibió su confesión y fue contada por un conocido vaticanólogo.
Es conocido que Jorge Bergoglio, el papa Francisco, no tiene precisamente un «lecho de rosas» en un Vaticano a cuya conducción accedió por la renuncia (y por la muerte, como lo indica la historia) del papa anterior.
En medio de esa crisis, Francisco conduce una actualización cultural de la Iglesia que genera brechas en dos frentes: el de los que creen que no hay que hacer ningún cambio y el de los que les parece que no está haciendo suficiente.
En medio de esta situación, el periodista especializado en asuntos religiosos José Ignacio González Faus, que habitualmente escribe en el portal españolReligionDigital.com -uno de los más consultados en el mundo de habla hispana- se animó a repetir una anécdota contada por un un obispo «de cuyo nombre no debo acordarme», según escribió.
A ese prelado, el actual obispo de Roma, le dijo literalmente en conversación privada: “Reza por mí; la derecha eclesial me está despellejando. Me acusan de desacralizar el papado”.
González Faus se detuvo en su crónica a analizar si la acusación es atinada o no:
«Hace unos diez siglos, san Bernardo escribió una carta al papa Eugenio III y lo que le pedía en ella viene a ser otra “desacralización” del papado: que se parezca a Pedro y no a Constantino (o al sumo sacerdote judío), y que recuerde que Pedro no necesitó grandes palacios, ni mantos de armiño, ni lujosos medios de transporte para anunciar a Cristo. Por si fuera poco, el nada sospechoso Benedicto XVI declaró poco antes de su renuncia que esa carta de san Bernardo debería ser libro de cabecera para todos los papas».
Continuó el autor: «Pedro fue muy apreciado en la iglesia primera, pero el libro de los Hechos de los Apóstoles no da ningún testimonio de que ello se debiera a una sacralización de su persona o de su ministerio: se le quería porque era perseguido y encarcelado, porque tenía intuiciones de líder sobre los nuevos caminos que había de emprender la iglesia primera, quizá también porque era humano y se le podían pedir cuentas cuando daba un paso que algunos timoratos no entendían (como entrar en casa de un pagano), o incluso se le podía reprender públicamente como hizo Pablo…».
Y González Faus concluyó su análisis indicando que «algo parecido a lo que pedía san Bernardo es lo que intenta Francisco. Pero eso es cristianizar al papado. ¿O acaso habrá que acusar al mismo Jesucristo de ´desacralizar´ a Dios, por haberse vaciado de su rango divino y haber asumido figura de siervo (Fil, 2,6 ss)? Pues no: más bien hay que decir que un ministerio de Pedro sacralizado no hace más fácil la evangelización, ni más auténtica la fe de los católicos. Sólo sirve para que la curia romana se autosacralice a sí misma bajo la sombra del papa».
En su análisis sobre Francisco y la posibilidad de que sea verdad la acusación que parece haber recibido y contra la que busca apoyo para defenderse, el periodista continuoó: «Tratando de comprender esa desviación cabría decir que brota de lo que suele presentarse como lo más característico, la gran virtud y el gran peligro de lo ´católico´. Kat-hólico significa universal, pero no en sentido cuantitativo sino cualitativo: significa que ninguna dimensión natural queda fuera de lo cristiano (salvo el pecado que, por muy metido que lo tengamos, es lo más antinatural). Católico deriva del mismo vocablo griego (holon, en lugar de pan) de donde procede nuestra palabra holístico puesta hoy tan de moda, y que se refiere a una totalidad, pero en sentido distinto al que pueden evocar palabras como ´pan-germanismo´ o pan-sexualismo».
«Por eso -agregó- se decía antaño que la diferencia entre catolicismo y protestantismo estaba sólo en una ´y´ (fe y razón, Dios y hombre, Gracia y libertad, vertical y horizontal…). Ésta sería la gran virtud de lo católico. Su gran peligro, de ahí derivado, es que puede contribuir a que nos perdamos en detalles ensombreciendo lo esencial cristiano y creyendo que comulgar en la boca (por ejemplo) es más santo y más piadoso que hacerlo en la mano. Al querer afirmarlo todo, se da el mismo valor a todo y se difumina la tremenda radicalidad cristiana».
Pero más allá de los análisis internos, el externo: no es la primera vez que se filtra un temor del papa Francisco en torno a la continuidad de sus reformas, que involucran a cuestiones de la relación de la iglesia católica con la sociedad, pero también al funcionamiento del IOR o Banco Vaticano. Su estilo, señalado como «demagógico» por algunos y como «legítimamente humilde» por otros no pasa desapercibido.
Tampoco pasó sin ruido sus dos afirmaciones en torno al «poco tiempo» que supuestamente le queda para avanzar con su tarea dentro de la curia. Y hoy, el supuesto intento de «despellejamiento» por parte de los sectores más agrios de la Iglesia representa todo un detalle que sale a la superficie, precisamente, para ser visto y conocido, pero además, atendido.
Fuentc > http://www.mdzol.com/nota/565962-la-terrible-confesion-del-papa-me-estan-despellejando/