jueves, diciembre 4, 2025
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Innovando en Poesía: La Creación de una Poetisa

El Ingenioso César Tiempo y su Poetisa Imaginaria: La Historia de Clara Beter

En el corazón de Buenos Aires, un rincón conocido como la Plazoleta César Tiempo esconde una historia fascinante que entrelaza la literatura, el engaño y la creatividad de un notable escritor argentino.

Ubicada en la intersección de la Avenida Virrey Vértiz y Virrey del Pino, esta pequeña plaza rinde homenaje a César Tiempo, un escritor y poeta de ascendencia ucraniana que dejó una huella indeleble en el panorama literario argentino.

Un Rincón Literario en Buenos Aires

Durante mis paseos por Buenos Aires, a menudo busco inspiración en sus calles. En uno de esos recorridos, encontré esta plazoleta que me recordó las historias de César Tiempo, su verdadero nombre Israel Zeitlin, quien se destacó por sus contribuciones al grupo literario Boedo en la década de 1920. Este colectivo de escritores entendía la literatura como una forma de revelar las injusticias sociales.

La Iniciativa de un Joven Soñador

Con solo 20 años, Tiempo anhelaba ser parte de la revista Claridad, un emblema del movimiento. Sin embargo, se enfrentó al rechazo de figuras prominentes como Elías Castelnuevo, que subestimaron su talento. Ante esta negativa, César optó por una estrategia brillante: inventó a una poetisa.

Clara Beter: La Poetisa Imaginaria

Creó poemas firmados por Clara Beter, una supuesta prostituta de origen ruso que vivía en Rosario. La crudeza de sus versos sorprendió a los miembros de Boedo, quienes cayeron en la trampa, completamente cautivados por la veracidad de la historia que escondía este personaje ficticio.

Los poemas eran realmente escritos por Manuel Kirshbaum, amigo de Tiempo, quien se encargaba de enviarlos a la revista. El éxito fue rotundo; en 1927, Claridad publicó el libro Versos de una…, que recibió el aplauso de la crítica.

El Descubrimiento y la Revelación

Sin embargo, el encanto no duraría para siempre. Un descuido de Kirshbaum, al enviar poemas mecanografiados, despertó las sospechas de Castelnuevo. Varios emisarios fueron enviados a investigar la ubicación de la mítica Clara, sin éxito. El engaño se fortaleció, hasta que Tiempo decidió revelarlo durante un concurso municipal de poesía.

En su obra Clara Beter y otras fatamorganas, Tiempo recordaría la confusión que generó su broma, donde incluso los emisarios, al ver a otras trabajadoras sexuales, intentaron identificarlas como Clara Beter. La frase de Castelnuevo tras su revelación fue contundente: “Lamentamos que la prostituta haya resultado, al fin, un prostituto”, reconociendo así el talento que antes había despreciado.

Un Legado Duradero

Hoy, la plazoleta César Tiempo se erige como un homenaje a la genialidad de un escritor que osó desafiar las convenciones de su tiempo. Su historia, teñida de ironía y creatividad, perdura en la memoria de los porteños, recordándonos que la literatura puede ser tanto un espejo de la sociedad como un escenario para la invención.

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