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sábado, noviembre 23, 2024
El jugo de naranja no pierde la vitamina C si no se toma recién exprimido

El jugo de naranja no pierde la vitamina C si no se toma recién exprimido

El jugo de naranja y la vitamina C forman un tándem perfecto en la mente de casi todos los consumidores. Pero hay que tener en cuenta que no son ciertas algunas de las creencias que sobre esta vitamina y la naranja existen y que, obviamente, tampoco es aconsejable atiborrarse a zumo de naranja como si se tratase de la única fuente de vitamina C existente. Ni el jugo es la única fuente de vitamina C ni es esta la única vitamina que hay en el zumo de naranja. También existe la creencia de que la vitamina C del zumo de naranja se pierde a gran velocidad y que hay que beberlo recién exprimido. Desde Eroski Consumer explican esta y otras cuestiones relacionadas con el zumo de naranja y su vitamina C. Muchas personas se beben su zumo de naranja de inmediato para evitar que se pierda la vitamina C, pero existen datos que permiten que nos relajemos y lo tomemos con calma. Según justificó en septiembre de 2002 la doctora Patricia Murphy en la revista Journal of The American Dietetic Association, aunque la vitamina C (ácido ascórbico) se oxida con rapidez si se deja el zumo de naranja a temperatura ambiente, la sustancia que se genera, denominada ácido dehidroascórbico, sigue teniendo las mismas propiedades de la vitamina C. Existe la falsa creencia de que la vitamina C del zumo de naranja casero es poco estableLa información más reciente sobre este particular proviene de una revisión publicada este año en la Revista Española de Nutrición Humana y Dietética. En ella se reconoce que «existe la falsa creencia de que la vitamina C del zumo de naranja casero es poco estable» y se indica, además, que para que se produzca una disminución considerable de esta vitamina hay que recurrir a «condiciones extremas», como calentar el zumo a 120 ºC. En cuanto al efecto del tiempo sobre la vitamina, esta misma revisión señala que «la vitamina C se conserva perfectamente en el zumo hasta 12 horas, aunque el sabor puede volverse más amargo». Una vez aclarado que la vitamina C del zumo de naranja no desaparece en un instante, tiene sentido preguntarse cuál es la ingesta real de vitamina C por parte de la población española y si se está ante una situación preocupante que justifique insistir en el consumo de zumos de frutas. Nuestra ingesta de vitamina C la estimó la encuesta ENIDE, llevada a cabo en una muestra representativa de los adultos españoles. Este sondeo, coordinado en 2011 por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN, hoy en día denominada AECOSAN), observó que multiplicamos entre dos y cuatro veces las ingestas aconsejadas de vitamina C. Los alimentos que más contribuyen a nuestro consumo son las frutas y derivados, además de las verduras, hortalizas y derivados. Estos dos grupos de alimentos aportan el 79% de la vitamina C que tomamos aunque, tal y como detalla la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), las recomendaciones de ingesta de vitamina C se pueden cubrir «fácilmente» con una dieta saludable. El elevado consumo de vitamina C en España no supone un riesgo de exceder los límites de seguridad de la vitamina (salvo si a la vez se toman suplementos de vitamina C). Así, la encuesta ENIDE apunta que «el riesgo de efectos adversos por exceso de vitamina C, a los niveles de ingesta de la población en general, es muy bajo». ¿Exceso de zumo = más peso y riesgo de diabetes? En todo caso, tomar tanta vitamina C no aporta beneficios adicionales, por lo que es momento de aclarar si beber a menudo zumo de naranja puede suponer un riesgo para la salud poblacional. Existen dudas, en el ámbito sanitario, de si un consumo habitual de zumos, aunque sean caseros, puede traducirse en un mayor riesgo de padecer exceso de peso o diabetes, como analizó Eroski Consumer. En el año 2013, después de la publicación de este artículo, tanto la Universidad de Harvard como el American Institute for Cancer Research aconsejaron limitar la ingesta de zumos a un máximo de un vaso pequeño al día.

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