Aumento del uso de ahorros y deuda en los hogares argentinos
Cada vez más familias argentinas recurren a sus ahorros o a la deuda para mantener su nivel de vida, una tendencia que se ha intensificado en medio de la inflación y la caída del poder adquisitivo.
Según un reciente informe del INDEC, 37,4% de los hogares utilizó sus ahorros para cubrir gastos esenciales durante la primera mitad de 2025. Comparado con el 19,9% registrado hace dos décadas, esta cifra pone de relieve el deterioro económico que atraviesa el país.
Lo más alarmante es el aumento repentino del uso de ahorros, que había permanecido relativamente estable entre 2020 y 2023, pero que desde 2024 alcanzó su punto más alto, evidenciando la necesidad de muchas familias de recurrir a sus reservas para llegar a fin de mes.
Crecimiento del endeudamiento entre sectores vulnerables
Por otro lado, el endeudamiento ha ido en aumento, afectando especialmente a los hogares con menores ingresos. Uno de cada cuatro hogares reportó haber contraído deudas en el primer semestre de 2025, y en el estrato más bajo, esta cifra asciende a uno de cada tres.
A medida que disminuyen los ingresos, crece la dependencia del crédito. Mientras que los hogares de clase media y alta utilizan más el sistema bancario, los sectores populares confían en préstamos informales con amigos, familiares o tiendas locales que aún ofrecen «fiado».
El fin es el mismo: cubrir gastos básicos como alimentos, servicios o alquileres ante la escasez de recursos económicos.
Evolución de las formas de financiar el consumo
Un análisis del INDEC destaca que, entre 2003 y 2025, los préstamos de bancos y financieras se incrementaron en 10,8 puntos porcentuales, mientras que el uso de tarjetas de crédito y compras en cuotas creció un 28,9%.
Este cambio tiene dos vertientes. Por un lado, el acceso a crédito se ha facilitado gracias a las fintech y bancos digitales, aunque a menudo con tasas de interés elevadas. Por otro, los consumidores han adoptado el pago diferido como una práctica común, convirtiendo el crédito en una parte esencial de su presupuesto mensual.
Ejemplos de esta tendencia incluyen programas como «Ahora 12» y el uso frecuente de tarjetas de grandes comercios, así como el retorno del “fiado” en pequeños negocios y ayuda familiar.
«El trabajo sigue siendo la principal estrategia de financiamiento de los hogares, aunque ahora los planes sociales y jubilaciones se suman a la ecuación», explica Patricio Canalis, economista de Idesa.
Descapitalización: vender bienes para subsistir
El informe también evidencia un aumento en las estrategias de descapitalización, como la venta de pertenencias o la utilización de ahorros acumulados. Las familias no solo dejan de ahorrar; muchas están dispuestas a liquidar bienes para hacer frente a gastos básicos.
Esta tendencia, que se intensificó durante la pandemia, se ha normalizado y refleja el desgaste financiero que enfrentan los hogares argentinos.
«Las familias también optan por trabajar más horas o incorporar a un miembro que no estaba trabajando», agrega Canalis, subrayando una realidad común entre trabajadores informales.
El rol de los planes sociales: insuficiente
En años recientes, los planes sociales y subsidios han crecido para ofrecer apoyo a las familias, pero no han sido suficientes para compensar la pérdida de ingresos laborales. Aunque en 2020, 27,5% de los hogares recibió asistencia económica como el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), hoy muchas continúan dependiendo de sus ahorros o de créditos para mantener su nivel de vida.
Tendencia de aumento de deuda y disminución de ahorro
La evolución de los últimos 20 años muestra un cambio radical en la economía familiar argentina. Con la caída de ingresos reales y la inflación que erosiona el poder adquisitivo, las familias han cambiado de ahorrar a endeudarse.
En 2003, solo uno de cada cinco hogares utilizaba ahorros para gastos corrientes, mientras que ahora son casi cuatro de cada diez. La proporción de hogares de bajos ingresos que se endeudan ha superado, por primera vez, a los que logran guardar dinero.
La situación no parece mejorar a corto plazo, ya que la inflación sigue afectando costos y el empleo formal no crece, lo que hará que los sectores medio y bajo continúen recurriendo a la financiación o a la venta de bienes.
