El presidente Javier Milei no escatima en adjetivos al referirse a sus oponentes, especialmente a la izquierda. Términos como “ratas inmundas” y “cucarachas” son parte de su retórica diaria, reflejando una estrategia deliberada de confrontación y polarización. En una reciente entrevista con el escritor y periodista Mariano Schuster, se exploró cómo el uso de etiquetas como “comunistas” le otorga a Milei una ventaja política, mientras que el término “fascistas”, usado por sus críticos, no surte el mismo efecto.

La Polarización y el Lenguaje Político

Desde el programa Modo Fontevecchia, Schuster señala que Milei ha logrado capitalizar el lenguaje de la polarización. Al catalogar a sus adversarios como parte de una «casta» corrupta, crea un espacio donde sus seguidores se sienten justificados para usar un lenguaje igualmente incendiario. Este fenómeno no es exclusivo de Argentina; en el ámbito político global, se observa una tendencia similar en líderes como Donald Trump.

Entrevistas y Perspectivas Históricas

El nuevo libro de Schuster, El pasado no está muerto, recopila entrevistas con historiadores destacados como Sheila Fitzpatrick. A través de estos diálogos, el autor examina cómo el contexto histórico actual puede influir en la interpretación y el uso de terminologías políticas. La historia no es un campo estático; sus lecciones son utilizadas para arrojar luz sobre el presente.

Energías del Pasado en el Presente

Las fuerzas históricas, como el legado del comunismo o del fascismo, continúan influyendo en la política moderna. Schuster destaca la existencia de tradiciones políticas que permanecen relevantes en la actualidad, como el peronismo en Argentina. A medida que emerjan nuevas corrientes de derecha, es esencial analizar cómo estas tradiciones impactan el discurso político contemporáneo.

Desafiando la Terminología

Las palabras cargan significados que cambian con el tiempo. Mientras que Milei utiliza «comunismo» para desestimar a sus oponentes, críticos en la izquierda han comenzado a emplear «fascismo» como un término de denuncia. Schuster plantea la pregunta: ¿son estas categorías aún útiles o simplemente arcaicas?

Un Debate Necesario

La conversación no se restringe solo a la elección de palabras, sino a su impacto real en el debate público. Dada la naturaleza cambiante de los significados, es fundamental cuestionar cómo se resignifican en contextos políticos diferentes. Las palabras, en vez de ser etiquetas vacías, deben ser entendidas dentro de sus raíces históricas y su evolución.

El diálogo sobre estas cuestiones es crucial para entender la narrativa política actual. Cuestionar el uso de términos como “comunismo” y “fascismo” puede contribuir a construir un discurso más constructivo en lugar de uno meramente polarizador.