El periodista Martín Rodríguez Yebra publicó en el diario La Nación un interesante análisis de la imagen de la presidenta Cristina Kirchner el cual se reproduce a continuación :
El mundo contra ella: se derrumba la imagen global de Cristina
Desde que Nixon le estrechó la mano a Mao en 1972, pocos líderes políticos habían captado tanta atención con una visita a China. Cristina Kirchner lo consiguió el miércoles sin necesidad de desafiar el orden geoestratégico mundial: le bastó con enviar un tuit desde Pekín.
Ese mensaje en el que se mofó de la incapacidad de los chinos para pronuncian la «r» se viralizó en las redes sociales, inspiró largas notas y artículos de opinión en los diarios más influyentes del planeta y dio pie a incontables reportes de televisión sobre ella y sobre la situación en la Argentina.
El detalle de reírse de sus anfitriones -sobre todo cuando iba a pedir auxilio financiero- quizás hubiera pasado como una anécdota tragicómica si no fuera por el momento en que ocurrió. Como nunca antes, la presidenta argentina acapara las miradas de la opinión pública internacional a raíz de la muerte en circunstancias misteriosas de Alberto Nisman, el fiscal que la acusó de encubrir el atentado contra la AMIA.
El mundo sigue el caso como quien lee una novela de espías o un thriller político. Mientras intenta acomodar la trama, Cristina Kirchner sufre el impacto del caso en su imagen externa.
Analistas políticos, economistas y expertos en relaciones diplomáticas consultados por LA NACION en una decena de países coinciden en que la tragedia de Nisman y la posterior gestión política de la crisis, sumadas a otros traspiés recientes, derrumbaron hasta mínimos la valoración de la Presidenta fuera de la Argentina.
Esa sensación se filtra en la pila de editoriales y artículos críticos que colecciona desde el 18 de enero en medios de difusión global e ideologías variadas, como The New York Times, The Wall Street Journal, Financial Times, El País, Le Monde, Corriere della Sera, The Guardian, O Globo, New Yorker, The Independent y tantísimos otros, incluso de países en general poco atentos a la actualidad argentina, como Australia o India.
«La imagen de la Presidenta quedó seriamente comprometida. El solo hecho de la muerte de Nisman, justo después de haberla acusado, es serio. Pero que no se haya avanzado en la resolución del hecho y la forma en que Cristina Kirchner manejó la situación agravaron esa percepción», sostuvo Carlos Malamud, investigador principal sobre América latina en el Real Instituto Elcano (RIE), uno de los principales think tanks de España.
En su visión, la percepción sobre la Presidenta en círculos más informados ya estaba dañada a raíz de otras actuaciones -el pacto con Irán, el deterioro de la economía, la tibia reacción ante la masacre de Charlie Hebdo-, pero el caso Nisman alcanzó a un público masivo. «La falta de solidaridad con la familia, las especulaciones en las cartas de Facebook y el uso de la imagen de ella en silla de ruedas hicieron que desde afuera su papel se viera como un mamarracho», añadió.
Después de la conmocionante noticia de la muerte del fiscal, los titulares reflejaron los movimientos del Gobierno y sus repetidos deslices
La mirada negativa se extiende al país y a sus instituciones, destacó Hildegard Stausberg, doctora en ciencias políticas y analista latinoamericana del diario alemán Die Welt. «Hay muchísimas especulaciones (sobre cómo murió Nisman), pero ya ahora todo lo que está pasando demuestra que la imagen de la Argentina como un país democrático o responsable está sufriendo muchísimo. Es un golpe que se puede comparar con pocas cosas en la Argentina. La reacción de la Presidenta y los detalles que se van conociendo son brutales. Sobre todo cuando se tiene en cuenta que la Argentina investiga un atentado desde hace 20 años sin resultados.»
Esa debilidad institucional a la que alude «era conocida desde hace tiempo, pero ahora se ve internacionalmente el proceso dramático en el que está el país».
La repercusión mundial del caso Nisman siguió una lógica de episodios. Después de la conmocionante noticia de la muerte del fiscal, los titulares reflejaron los movimientos del Gobierno y sus repetidos deslices.
La semana que pasó, la aparición del borrador -luego desechado- en el que Nisman pedía la detención de la Presidenta alcanzó, por ejemplo, la tapa de The New York Times. Potenció el impacto la desmentida fallida del jefe de Gabinete, Jorge Capitanich , que incluyó la ceremonia de destrozo de una edición de Clarín.
Financial Times interpretó ese hecho como otra sombra de sospecha sobre la actuación presidencial. «Nadie sugiere que Fernández de Kirchner haya orquestado la muerte de Nisman, pero la forma de actuar de su gobierno indica que está asustado y que quizás también esconda algo», escribió el editor John Paul Rathbone.
En las semanas previas, la salida del país de Damián Pachter, el periodista que dio la primicia de la muerte de Nisman, también se convirtió en tema de primera plana (El País, en Madrid; Haaretz, en Tel Aviv, por ejemplo). No tanto por el peligro que dijo sentir, sino por la forma en que el Gobierno reveló el supuesto destino de su huida.
Las cartas con hipótesis cambiantes que publicó la Presidenta, su búsqueda de culpables y sus ataques póstumos a Nisman acapararon espacio destacado en la agenda noticiosa global. En Gran Bretaña, The Guardian publicó en exclusiva una extensa entrevista con Diego Lagomarsino, el dueño del arma que mató a Nisman, en la que se presenta como un chivo expiatorio del Gobierno. The Telegraph dio en tapa una llamativa historia en la que una fuente de inteligencia sostiene que, en realidad, Nisman fue víctima de una guerra de espías y lo mató un sector afín a la Casa Rosada, sin que la Presidenta lo ordenara.
«La comunidad internacional está especulando qué paso -señaló Carl Meacham, responsable para América latina del Centro de Estudios Estratégicos Internacionales, con sede en Washington-. En muchas formas, la controversia de Nisman llega en el peor momento para la Argentina y para la Presidenta. Esto va a minar su credibilidad, su habilidad para hacer cosas dentro y fuera de la Argentina. El escándalo no está haciendo mucho por favorecer al país en sus problemas internacionales.»
Meacham apuntó a las crecientes dificultades económicas que enfrenta la Argentina, con las reservas en baja y la crisis irresuelta de la deuda en default. Las especulaciones sobre el impacto financiero del caso Nisman llegaron a los medios de mayor influencia en los mercados, como The Wall Street Journal, Bloomberg y Financial Times.
«El asunto Nisman ha cambiado las reglas del juego una vez más. Si los inversionistas ya estaban bastante preocupados con las tendencias populistas de la presidenta Cristina Fernández, esto los animará a seguir en esa dirección. Y nunca ha habido una mejor cabeza de turco que los holdouts», publicó esta semana Financial Times.
Para Jason Marczak, encargado de América latina en el think tank norteamericano Atlantic Council, «el gobierno kirchnerista debe dejar en claro su papel en la muerte de Nisman; con diez meses por delante en el poder, Cristina está ahora profundamente involucrada en un caso que amenaza la estabilidad de un país que ya estaba sufriendo serios dolores económicos».
En ningún lugar fuera de la Argentina el caso Nisman repercutió con tanta fuerza como en los Estados Unidos. El gobierno de Barack Obama pidió desde el principio una «investigación completa e imparcial». En el Congreso, tanto republicanos como demócratas reavivaron las críticas a las relaciones del kirchnerismo con Irán, base de la denuncia de encubrimiento que presentó el fiscal cuatro días antes de aparecer con un tiro en la cabeza.
El deterioro de la imagen presidencial se percibe también en el mayor socio de la región, Brasil.
«En los medios académicos y empresariales, Fernández de Kirchner era vista como una populista, inconsecuente e inconsistente, y ahora con todo el enredo, adquirió una apreciación mafiosa, si no de ella misma, al menos su entorno», comentó el profesor Alberto Pfeifer, del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad de São Paulo y miembro del Consejo de Comercio Exterior de la Federación de Industrias del Estado de São Paulo (Fiesp).
En la sociedad brasileña despertó sospechas el hecho de que la propia Presidenta saliera a hablar de un suicidio de Nisman para después teorizar que fue un asesinato, y que en vez de dar la cara de inmediato se expresase por Facebook.
«La mayoría de la gente en Brasil no entiende la complejidad del caso Nisman, pero la manera en que actuó el Gobierno no hizo más que dañar la imagen de la Presidenta aquí, donde ya había una fuerte resistencia a su forma de gobernar», confirmó la periodista Sylvia Colombo, del diario Folha de S. Paulo, ex corresponsal en la Argentina y especialista en asuntos latinoamericanos.
Algo similar se vislumbra en Chile, como indicó el sociólogo y experto en política internacional Miguel Sohr: «La credibilidad del gobierno de Cristina Fernández se ha visto tremendamente dañada en estos días. La naturaleza de la política argentina para el grueso de los chilenos es una caja negra. Normalmente el público se entera de los problemas de salud de la Presidenta o cuando se mofa de los chinos. El ciudadano que se informa superficialmente sólo alcanza a reforzar lo siguiente: no queda claro el grado de autonomía real del Poder Judicial argentino».
La sombra de la impunidad es algo que mencionan analistas en todo el mundo. «Imagínense que los ataques del 11-S o del 7-J en Londres hubieran permanecido irresueltos por dos décadas, con sus responsables sin identificar y las familias de las víctimas abandonadas a la incertidumbre, y así tendrá una sensación de la furia moral que barre a la Argentina hoy», escribió el prestigioso historiador inglés Ben Macintyre en The Times.
En Francia, el gobierno argentino había conseguido hacerse olvidar desde que cerró el acuerdo con sus acreedores del Club de París en mayo de 2014. Ahora, volvió a saltar a la luz de los reflectores por un caso calificado por la prensa y los observadores como «el crimen típico de un Estado mafioso».
Habitualmente parcos cuando se trata de cubrir información latinoamericana, los medios de comunicación franceses dedican desde el 19 de enero fuerte atención al escándalo Nisman y a la posterior reacción oficial.
«Los argentinos se sorprenden de que su Presidenta, responsable de la seguridad de todos, se presente como una víctima de un complot y se dirija a ellos a través de Twitter o Facebook», resumió Radio Francia Internacional (RFI).
Una fuente judicial dijo a La Nación: «Después de lo sucedido en Francia con Charlie Hebdo, nadie puede pretender seriamente que un gobierno que hace su trabajo sea incapaz de identificar a los responsables de esos actos. Los franceses saben que aquí, en 48 horas, conocerán la identidad de los culpables. Vaya usted a decirles que, como sucedió con la matanza de AMIA, después de 20 años nadie conocerá a los verdaderos responsables y ¡que el episodio seguirá cobrándose vidas!»
En medio del impacto del caso Nisman, el viaje a China parecía una ocasión ideal para que la Presidenta tomara aire con la presentación de acuerdos beneficiosos para la economía del país. Cristina Kirchner dio rienda suelta otra vez a sus ironías en Twitter, pero esta vez medio mundo la estaba mirando.
«Más de 1000 asistentes al evento? ¿Serán todos de La Cámpola y vinieron sólo por el aloz y el petlóleo?», escribió.
La repercusión fue viral. The Washington Post la calificó de «racista» y «ofensiva». El británico y progresista The Independent publicó un post en su página de inicio bajo el título «Por lejos el peor tuit de un líder mundial que leerás hoy».
La revista New Yorker le dedicó un artículo lapidario con frases como ésta: «La Presidenta marcó un nuevo récord en eficiencia ofensiva racial: insultó a un quinto de la humanidad en menos de 140 caracteres». O: «En un mundo post-Kadhafi, en el que ya ningún jefe de Estado viaja con su carpa y pide un lugar para clavarla, acaso Kirchner coquetee ahora con un nuevo estándar para convertirse en la VIP más incómoda».
En Canadá, el Toronto Star desplegó el tema a página completa. La nota, en la que se enlaza la gaffe con el caso Nisman, empieza así: «Alguien debería hacerle un favor a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y tirarle el smartphone al Río de la Plata». Cita de inmediato a la especialista en relaciones internacionales Cynthia Arson, del Wilson Center de Washington: «Ella está actuando últimamente como una persona desquiciada».
Meacham también liga el «chiste» a los chinos con la crítica situación a la que expuso a la Presidenta la muerte del fiscal. «Los argentinos se viven quejando de su situación económica. Ella, con su arrogancia, agrava los problemas que ya tiene en el país. Sale al mundo y hace esto con China. La cuestión parece ser: ¿cuántos errores está en condiciones de cometer?».
Fuente: http://www.lanacion.com.ar/1766754-el-mundo-contra-ella-se-derrumba-la-imagen-global-de-cristina