El inspirador viaje de Betiana Wolenberg: Superando adversidades en la búsqueda de la maternidad
Betiana Wolenberg, una valiente modelo e influencer de 37 años, ha atravesado un camino lleno de dificultades para convertirse en madre nuevamente, dejando atrás tres años de tratamientos y un diagnóstico adverso. Junto a su pareja, el periodista Nicolás Magaldi, celebrar la llegada de su hija Catalina es un verdadero triunfo.
Betiana y Nicolás, que ya son padres de Bautista, de 8 años, enfrentaron juntos un proceso desgastante que involucró diez ciclos de fecundación in vitro. «Estamos eternamente agradecidos a los profesionales que nos apoyaron en este camino», expresan con emoción, mientras muestran a sus dos amores.
Resiliencia ante la adversidad
La influencia de Betiana va más allá de lo mediático. Nacida en Misiones, su historia está marcada por un terrible accidente automovilístico que sucedió hace dieciocho años. Un momento crucial en su vida que casi acaba con su futuro. «A pesar de las cicatrices, siempre sigo adelante», dice con determinación.
Un accidente que cambió su vida
El 21 de octubre de 2007, su vida dio un giro inesperado cuando un accidente automovilístico la dejó en coma. «La primera vez que vi a Pancho Dotto tras el accidente, no recordaba nada, pero él me decía: ‘Vas a estar bien'», recuerda. Tras un largo proceso de recuperación, donde volvió a descubrir su pasión por el modelaje, Betiana sabía que quería convertirse en madre.
El deseo de ser madre
Desde que conoció a Nicolás, se sintió decidida a formar una familia. «Sabía en mi corazón que era él», confiesa. Tras la llegada de Bautista, la pareja comenzó a planear otro embarazo. Sin embargo, el camino sería complicado. «Tuve un embarazo ectópico que culminó en una cirugía de emergencia y me dijeron que podría no tener más hijos», explica Betiana.
La esperanza persiste
A pesar de las noticias desoladoras, su determinación se mantuvo. «Consultamos a varios médicos porque deseábamos ser padres otra vez», relata Nicolás. Tras varios tratamientos fallidos, la esperanza parecía desvanecerse, pero nunca perdieron la fe.
Un milagro en el camino
Finalmente, a principios de este año, la noticia que tanto esperaban llegó. «Fuimos a la misa de Dulce Espera y pedimos un milagro. Poco después, el embrión que descongelamos resultó ser de buena calidad», comparte Betiana, aún con lágrimas de alegría.
Nacimiento de Catalina
El 26 de agosto, Catalina nació por cesárea, un momento que para ellos simboliza un nuevo comienzo después de muchas tormentas. «Catalina es nuestra beba arcoíris, el signo de la nueva vida después de la pérdida», dice Betiana, con una sonrisa que irradia felicidad.
Compromiso y amor
En el camino, la pareja ha forjado un vínculo sólido. Aunque aún no se han casado, el compromiso sigue firme y juntos esperan hacer una celebración pronto. «Nada se compara con la alegría de ser padres; estamos listos para seguir haciendo recuerdos como familia», concluye Nicolás.
