Un regreso a los titulares: Tras años de críticas y declive en la audiencia, el concurso Miss Universo volvió a acaparar la atención mediática con la coronación de Fátima Bosch en un evento celebrado en Tailandia.

Una victoria en medio del caos

Fátima Bosch se alzó como la ganadora del certamen, pero su camino hacia la corona estuvo marcado por tumultos y controversias. A inicios de noviembre, se hizo pública una situación desafortunada cuando Nawat Itsaragrisil, director de Miss Universo Tailandia, hizo comentarios despectivos hacia ella frente a las demás concursantes.

Este incidente provocó una reacción global que llevó a la organización a tomar medidas disciplinarias contra Itsaragrisil, quien fue removido de su cargo tras las acusaciones de maltrato.

Dimisiones en el jurado y nuevas acusaciones

La controversia no terminó ahí. Recientemente, dos miembros del jurado renunciaron, posicionándose en contra de un certamen que, según ellos, carecía de transparencia. Omar Harfouch, uno de los renunciantes, alegó que un «jurado improvisado» había sido responsable de seleccionar a las finalistas en lugar del panel oficial.

La organización respondió categóricamente a estas acusaciones, asegurando que no hubo selección de finalistas por parte de grupos externos, tratando de restablecer la confianza en el proceso.

El amor y el rechazo hacia los eventos de belleza

A pesar de que los eventos de belleza han perdido popularidad, siguen siendo un tema de debate. Algunas voces críticas apuntan que estas competencias perpetúan la cosificación de la mujer, mientras que otras defienden su potencial para empoderar y ofrecer oportunidades a las participantes.

Por ejemplo, la directora del Queen Tourism World México, Yudy Rodríguez, defendió el impacto positivo que estos certámenes pueden tener, afirmando que permiten a las mujeres destacar sus talentos y empoderarse socialmente.

Un escenario cambiante

Las críticas hacia los concursos han llevado a un cambio significativo en su organización. Ha habido un aumento en la inclusión, permitiendo la participación de mujeres casadas y de la comunidad trans, como parte de un movimiento hacia una mayor aceptación y diversidad. Sin embargo, la objeción principal sigue siendo el marco competitivo basado en la apariencia.

¿Futuro incierto?

A pesar de las controversias y las dimisiones, los concursos de belleza continúan siendo un fenómeno social en muchos países, especialmente en América Latina y Asia, donde se perciben como una vía hacia el reconocimiento y una posible mejora económica.

Con una participación reciente de 136 países, el futuro de Miss Universo y de eventos similares parece depender no solo de su relevancia mediática, sino también de la capacidad de adaptarse a las nuevas realidades sociales y culturales.