Bad Brains, Minor Threat, Youth Brigade, Government Issue, Void, Rites of Spring, Embrace, Marginal Man y Fugazi fueron algunos de los muchísimos grupos que surgieron y se multiplicaron en aquel momento, bajo la influencia directa de la actitud rebelde y el sonido sucio de bandas como The Stooges, Ramones, The Clash y The Cramps, en un ambiente denso de conservadurismo, pobreza y violencia crecientes. “Ronald Reagan estaba en el poder y había introducido la política económica neoliberal llamada ‘Doctrina Reagan’, que sólo beneficiaba a los ricos. Yo y muchos otros éramos niños de clase media que crecíamos en la capital del país, donde se luchaba contra el crimen urbano y la corrupción política”, recordó Crawford en relación al contexto socio-político que acompañó al surgimiento del punk en la capital estadounidense. El filme, que fue exhibido en el Bafici, cuenta con entrevistas a algunos de los protagonistas y testigos de la escena, como John Stabb (Government Issue), Ian MacKaye (Teen Idles, Minor Threat, Fugazi), Henry Rollins (SOA, Black Flag), Dave Grohl (Scream), Monica Richards (Mad House), Michael Hampton (Faith, Embrace) y Brian Baker (Minor Threat, Dagnasty, Bad Religion), entre muchos otros. “Estábamos todos mezclados. Éramos una extraña junta de inadaptados, chicos inteligentes y raros”, recuerda Sab Grey, líder de la banda Iron Cross, en un tramo del filme, cuando le consultan sobre qué tipo de jóvenes integraban el ambiente, una especie de comunidad que los protegía del mundo exterior y les daba la contención que ni el Estado ni las instituciones ni sus padres podían (o querían) darles. En diálogo con Télam, Crawford -que fue testigo directo de la escena, a la que empezó a frecuentar a sus precoces 11 años- sostuvo que “a pesar de la existencia de libros como ‘Dance of Days’, ‘Banned in DC’ y ‘American Hardcore’, que se convirtieron en material de consulta fundamental sobre el tema, yo quise traer mi experiencia y punto de vista a la película, dándole otra perspectiva distinta a la historia”. Con fotos, recortes de diarios, fanzines y videos originales tomados en los ’80, tanto propios como de muchos otros testigos del surgimiento del punk y el hardcore en Washington DC, Crawford se abocó a realizar numerosas entrevistas (a los ya mencionados se agrega Thurston Moore, de Sonic Youth, por ejemplo) para desarrollar algunos ejes temáticos de la escena, como el origen proletario y también rico de sus integrantes. Entre otros temas que aborda el filme está la camaradería que existía entre un público heterogéneo, que encontraba en el “pogo” una forma de vibrar masivamente con el ritmo intenso y acelerado de la música punk; la ausencia de diferencias entre espectadores y músicos, que se mancomunaban y cumplían juntos una especie de rito catártico en cada recital; pero también cierta misoginia que varias músicas mujeres y sus grupos (Mad House, Strange Boutique, BMO) se encargaron de desterrar. Una de las características más importantes del movimiento -y quizás uno de sus legados, que se extendió a nivel mundial- fue su voluntad de independencia y autogestión desde los márgenes de la industria discográfica, como una forma de resistencia cultural que les permitió grabar y lanzar sus propios discos, agendar sus propios shows, sin contratos con las multinacionales ni la aprobación de los medios de comunicación masivos. “Pienso que algunas ideas fundamentales que vinieron de la escena de punk de Washington DC fueron su independencia, la autonomía a ciertas etiquetas y estereotipos del rock, el sentido del deber y la solidaridad por los demás”, destacó Crawford, y añadió que “el espíritu de la escena hardcore se basaba en la esperanza de la juventud, el poder de la comunidad y la fuerza de la convicción”. Uno de los ejemplos más célebres de esa actitud es, sin dudas, el sello discográfico independiente Dischord, creado en 1980 por Ian McKaye, Jeff Nelson y Nathan Strejcek, para distribuir los discos de Minor Threath (banda de
«Salad days» recorre la irreverencia del punk y el hardcore en Washington
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