«Se estima que el 23 por ciento de la población tiene enfermedad por reflujo gastroesofágico, es decir que una de cada cuatro personas lo tienen, es una prevalencia altísima y, sin embargo, sólo el 40 por ciento consulta a un médico», informo a Télam Jorge Olmos, Jefe de la Sección de Neurogastroenterología del Servicio de Gastroenterología del Hospital de Clínicas. El especialista señaló que «en lugar de hacer la consulta, la mayoría de las personas se automedica y esto conlleva a dos situaciones, una es la no resolución del problema y la otra es el peligro de tomar medicación inadecuada». «El síntoma más claro de la enfermedad por reflujo gastroesofágico es la acidez, sin embargo, no todas las personas le llaman acidez a lo mismo y no todo síntoma implica la misma cosa, hay que conocer qué tipo de reflujo se tiene», sostuvo. En la misma línea, Luis Bustos Fernández, ex presidente de la Sociedad Argentina de Gastroenterología y Director del Centro Médico de Gastroenterología Dr. Bustos Fernández , explicó que «la acidez no es una enfermedad sino un síntoma». «Los pacientes suelen denominar acidez a dos sensaciones: una es el dolor en la boca del estómago y la otra es la quemazón por reflujo que asciende desde el esófago hacia la boca en la zona del pecho, lo que los médicos denominamos pirosis». Y continuó: «Ésta última, la pirosis, puede ser un indicador de la enfermedad por reflujo gastroesofágico que se produce cuando por alguna razón la barrera anti reflujo falla y permite que los fluidos del estómago asciendan». Bustos Fernández señaló que «si bien el origen de la enfermedad por reflujo gastroesofágico es multicausal, una de las causas más frecuentes es la hernia de hiato o hernia hiatal, que es un problema en la válvula que está entre el estómago y el esófago que hace que el ácido suba». «La importancia de consultar a un especialista es que existen muchos fenotipos de enfermedad por reflujo gastroesofágico y cada uno requiere un tipo de tratamiento específico», insistió Olmos. Según un estudio liderado por el Hospital de Clínicas en 17 localidades del país, el 60 por ciento de los casos de reflujo son no erosivas, es decir, que la mucosa del esófago se encuentra normal; en tanto el 35 por ciento correspondía a esofaguitis, esto es inflamación del esófago. «En el primer caso el mejor tratamiento es el consumo de inhibidores de protones (ácidos) a demanda, es decir, cuando está el síntoma, mientras que en los casos erosivos lo más conveniente es el tratamiento permanente», detalló Olmos. El especialista detalló que «la forma más agresiva de la enfermedad, que se denomina esófago de Barret, sólo representa el cinco por ciento de los casos y puede derivar en un adenocarcinoma o sea cáncer de esófago, por lo que esta modalidad además del tratamiento requiere un seguimiento endoscópico para detectar posibles lesiones». Olmos informó «la incidencia de la enfermedad, es decir, la aparición de nuevos casos va en aumento en estos últimos años como consecuencia del sobrepeso». «La obesidad genera un aumento del perímetro abdominal. Cuando la gente aumenta de peso se expone a que la barrera antirreflujo se vea más traccionada y se debilite», explicó. Y añadió que «además, cuando hay obesidad central, el abdomen se comporta como un órgano metabolicamente activo y libera sustancias inflamatorias que pueden ser un factor agravante». Ambos especialistas identificaron al estrés como un factor que aumenta la percepción del síntoma: «cuando un paciente está estresado siente más, esto sucede con todos los síntomas», explicó Bustos Fernández. En tanto Olmos añadió que «existe también una cuestión orgánica y es que el esófago tiene un mecanismo de defensa último que son los espacios intercelulares, cuando una persona se pone nerviosa esos espacios se abren más y se introduce más ácido». Finalmente, Bustos Fernández explicó que «cenar al menos tres horas antes de acostarse, levantar la cabecera de la cama, evitar los alimentos ricos en grasas
Una de cada cuatro personas tiene reflujo y sólo el 40% consulta al médico
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