Austria y nueve países de los Balcanes occidentales acordaron este miércoles en Viena reforzar su cooperación para frenar la ola migratoria en la llamada «ruta balcánica». La resolución fue tomada en la capital austríaca durante una conferencia en la que participaron los ministros del Interior y de Relaciones Exteriores de Austria, Eslovenia, Croacia, Bosnia, Serbia, Bulgaria, Montenegro, Macedonia, Albania y Kosovo. Del cónclave y pese a haber sido invitado, no participó Grecia, el primer país de la Unión Europea (UE) al que llegan los refugiados que parten desde Turquía. La ministra del Interior austríaca, Johanna Mikl-Leitner, destacó en rueda de prensa que, a pesar de las críticas recibidas por algunos socios comunitarios, los países reunidos se han visto «obligados a tomar medidas nacionales». «No es posible continuar como el año pasado. No lo vamos a aceptar», agregó Miki_Leitner en referencia a los cientos de miles de refugiados que pasaron desde el verano pasado por la región en su camino hacia Europa Occidental. «Queremos conseguir una reacción en cadena de la racionalidad», aseveró la ministra cuyo Gobierno decidió limitar la recepción de refugiados a 37.500 personas este año. Además, solo 80 personas podrán pedir asilo en la frontera entre Austria y Eslovenia, mientras que un máximo de 3.200 podrán seguir hacia Alemania, una medida muy criticada por Berlín y Bruselas. Esos topes obligaron, en un efecto dominó, al resto de los países de la ruta de los Balcanes a restringir también la llegada de refugiados por el temor a que queden varados en su territorio. El canciller austríaco, Sebastian Kurz, señaló en la misma rueda de prensa que el objetivo sigue siendo una solución europea.y subrayó también la necesidad de «medidas nacionales y regionales porque si no nos veremos desbordados». Austria y el resto de países de la ruta de los Balcanes acordaron la semana pasada un estricto sistema de control para que no pueda entrar en Macedonia ningún refugiado que no acredite provenir de una zona en guerra. Además, desde el domingo Macedonia niega la entrada a la gran mayoría de los afganos, que pretenden continuar su viaje hacia el norte de Europa. Esta decisión, junto con un control reforzado a los refugiados a los que todavía se permite entrar -sirios e iraquíes-, desató aglomeraciones y protestas en la frontera entre Grecia y Macedonia. Otros participantes en la reunión defendieron la necesidad de adoptar medidas comunes ante la cercanía de la primavera y el previsible incremento de las llegadas por el buen tiempo. «No se pueden tomar decisiones como si tuviésemos todo el tiempo del mundo. La crisis de los refugiados es el asunto más importante que enfrenta hoy Europa y requiere una solución sin demora», dijo el ministro del Interior Serbio, Nebojsa Stefanovic. «Hay muchas cuestiones abiertas que debemos tratar y no tenemos tiempo. Si en los próximos días no salimos con una postura común, la primavera nos traerá nuevos problemas y desafíos aún más difíciles», concluyó. Desde el lunes, la llamada «Ruta de los Balcanes» empezó a aplicar un sistema de registro común y control reforzado de los refugiados para impedir cruces de frontera ilegales y reducir el número de llegadas. Según informó ese día la televisión pública serbia RTS, los refugiados se registrarán en la frontera entre Grecia y Macedonia, donde recibirán un documento común, con foto y con sellos de entrada y salida en el resto de los países por los que transitan. Ese refuerzo del control en las fronteras sigue un acuerdo de la pasada semana entre Macedonia, Serbia, Croacia, Eslovenia y Austria, que supone también un transporte organizado de los refugiados en trenes y autobuses hasta la república alpina, que es también país de destino para algunos emigrantes.
Austria y los Balcanes refuerzan su cooperación para frenar a los refugiados
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