Los expertos en relaciones de pareja Ryan Mckee y Ann Worth plantean en ’Women’s Health’ los fallos comunes que casi todos comenzamos a cometer cuando llegamos a la treintena y cómo éstos, sin que nos demos ni cuenta, están destrozando a partes iguales nuestra relación de pareja y vida social. Ponles remedio, que no es tan complicado.
1. La trampa del dinero
A los veinte todo nuestro círculo de amigos y conocidos malvive en unas condiciones económicas similares a las nuestras. Y no nos apañamos ni tan mal. Pero, por lo general, a medida que pasan los años también lo hacen nuestras perspectivas de trabajo y empezamos a cobrar un poco más. Sin darnos cuenta, empezamos a relacionarnos con personas de nuestra misma ’clase social’ y hacemos actividades acordes a nuestros ingresos. O, lo peor, solamente pasamos el rato con nuestros compañeros de trabajo, y ya sabes de qué van a hablar. “Esto puede apartar involuntariamente a nuestros amigos de siempre y alienar nuestra vida en pareja”, alarma Mckee.
2. Pisos diminutos
Fue divertido vivir en una habitación del tamaño de una caja de zapatos cuando compartías piso, pasar la noche en vela hablando de cualquier cosa y convivir con todo tipo de basura cual Diógenes, pero a partir de los 30 necesitamos algo de intimidad. Casa, trabajo, amigos, pareja e incluso hijos, pero nuestro.
“El problema es que los costes de tener un espacio propio suponen mucho dinero, así que tenemos que ir a buscar piso en el extrarradio de la ciudad, cuando hace años no se nos habría ocurrido vivir en un lugar en el que no hubiese ni un bar en toda la manzana”, bromean los autores. La búsqueda de espacio y comodidad es fundamental para que ambas partes puedan hacer su propia vida y tener su espacio. Seguir viviendo como a los veinte solo les traerá problemas de convivencia fácilmente solucionables con un cambio de aires.
3. Ser, literalmente, un mismo ente
“Pese a que probablemente somos los culpables de que ocurra, este es el peor de los casos”, plantean los expertos. Hacerlo absolutamente todo juntos, sin pensar como seres individuales con gustos y quehaceres diferentes a los de su pareja, es el peor enemigo de las relaciones. “Sí, es cómodo para pasar el rato en un sillón y ver películas juntos. Sí, la conversación fluye de forma natural”. Pero, advierte Worth, “todo lo que gira alrededor de esa pareja hace que se convierta en una unidad, un pensamiento o plan único”. Es importante salir de esa situación y revivir aquellas aficiones y pasiones que tenían antes de conocerse: “Ser parte de un equipo no es un pase libre para convertirse en un ermitaño”.
4. Conciliación inexistente
Hasta luego juventud, piensan muchos. Pero lo peor es darle vueltas a la cantidad de horas y días que se han perdido estudiando y trabajando pudiendo haberse aprovechado para tantas cosas… Estamos demasiado cansados para proponer nada nuevo, y eso destroza poco a poco las relaciones. Arrepentirse nunca es una buena opción y machacar a tu pareja con la idea de que ya no queda tiempo para innovar, cambiar de planes, de destinos e incluso de trabajo, es contraproducente para tener una relación sana. Están los dos juntos en este viaje que puede llevaros, básicamente, a donde quieran.
Tómate las interminables jornadas, los bajos salarios y las pocas opciones de ascender laboralmente como un recordatorio de la necesidad de reevaluar y replantear los objetivos de vida en común. Quizás finalmente no hagas nada ni su rutina dé un cambio radical, pero de sueños e ilusiones también se alimenta el alma, la imaginación y la felicidad.
5. La falta de entusiasmo
Antes se proponían ir de viaje de un día para otro y les parecía un planazo. No dudaban en meter un poco de todo en la maleta –incluso irse con lo puesto– y ya estaban listos para adaptarse a cualquier destino. Ya estuvieses solo o emparejado, durante la veintena tenías un espíritu aventurero que parece haberse esfumado con el hilillo de humo de las velas de tu 30 cumpleaños. Lo que antes era un ’¡Claro! Cuenta conmigo sin problemas’ ahora se ha convertido en un ’Buf, ya estoy mayor para estos trotes’, y al final te quedas en casa para preparar los ’tuppers’ de la semana que viene, terminar de ver la serie de turno que prácticamente se han obligado a seguir y, si eso, bajar a tomar algo a alguno de los diez bares y restaurantes que visitan recurrentemente o, a lo loco, practicar sexo. Ahí, exterminando la pasión y las ganas por hacer cosas nuevas.
6. Rutina, rutina y rutina
A medida que envejecemos buscamos alguien lo más parecido a nosotros posible que lleve un horario parecido, le gusten los mismos tipos de cosas –entre las que se incluyen cine, comida, libros, ejercicios, colores, música, lugares que visitar… hasta marcas de productos de limpieza– y nos acompañe en nuestro rutinario día a día. Nos volvemos maduros e intransigentes, y no nos gusta que nadie ni nada nos ande trastocando nuestras costumbres. Y eso que, por lo general, casi seguro aún no tienen hijos…
“¿En qué momento nos hemos convertido en una mente tan cerrada?”, se pregunta Mckee, quien insiste en que precisamente a los 30 estamos en un momento vital en el que deberíamos compartir diferentes perspectivas con quienes nos rodean para crecer como personas y vivir nuevas historias. “No debemos perder la curiosidad juvenil y tenemos que buscar constantemente nuevos puntos de vista para entender y afrontar las cosas nuevas que nos ocurran”, recomiendan los expertos.
7. La vida saludable
Asúmelo: tus hábitos sanos están matando tu vida de pareja. A los veinte años no te preocupabas demasiado por lo que comías, bebías, fumabas, salías… De pronto aquel periodo de exploración se ha esfumado y sabes que ni aguantas igual de bien las resacas ni quemas la grasa del vientre tan rápido como antes. Te privas mucho más en ir a cenar o preparar comidas multitudinarias y altamente calóricas, el día de gimnasio es prácticamente sagrado y la leche sin lactosa tu nuevo talismán.
“Estamos hablando de la inflexibilidad en cualquier cambio de nuestro estilo de vida”, advierte Worth, lo que nos puede convertir en atormentados ermitaños que desconocen cómo socializar adecuadamente. Ten cuidado, porque todo lo malo se pega y si uno de los dos se vuelve un fanático –por no decir esclavo– de la tan de moda vida saludable, pronto caerá su media naranja.
8. No hacen nuevos amigos
La vida en pareja, la falta de tiempo libre y la necesidad de prestar la atención suficiente a los familiares y conocidos de turno, deriva en muchas ocasiones en que no se amplíe el círculo de amigos. Aunque conozcamos a nuevas personas que en realidad nos caen estupendamente, tenemos demasiado trabajo con ’lo malo conocido’. Dejen de vivir en una burbuja, hay cientos de seres estupendos a vuestro alrededor que no sólo pueden aportaros cosas a nivel personal, como pareja pueden convertirse en el trampolín para comenzar una nueva etapa como, por ejemplo, la de los 40.
Fuente: http://informe21.com/salud-y-bienestar/8-errores-que-cometen-las-parejas-a-partir-de-los-30