Miles de personas, según informaron hoy medios locales citados por Ansa, se concentraron cerca de las 23 -igual en la Argentina- en la Avenida Paulista, centro de San Pablo, frente al edificio en forma de pirámide de la Federación de Industrias de la ciudad. En esa misma avenida más de un millón de personas, según la Policía Militarizada, se había concentrado el domingo pasado para exigir la renuncia de la presidenta Dilma Rousseff y la prisión de Lula. El acto de anoche fue motivado por la designación de Lula como ministro de la Casa Civil, y la divulgación de un audio en el que éste y Rousseff conversan sobre la firma anticipada del documento que oficializó su nombramiento. Esa grabación fue ordenada por el juez Sergio Moro, a cargo de la causa por corrupción en Petrobras que investiga la supuesta vinculación de Lula con esa trama de corrupción. El magistrado explicó que había decidido levantar el secreto de las escuchas telefónicas de Lula y Dilma por considerarlo de «interés público». «El levantamiento permitirá no sólo el ejercicio de la amplia defensa de los investigados sino también un saludable escrutinio público sobre la actuación de la administración pública y de la propia Justicia criminal», argumentó el magistrado en la decisión en la que autorizó la divulgación de las escuchas telefónicas, reproducida por EFE. Según el juez, «la democracia en una sociedad libre exige que todos los gobernados sepan lo que hacen los gobernantes, incluso cuando estos buscan actuar protegidos por las sombras». Una vez conocida la grabación adversarios del gobierno se concentraron en la Plaza de los Tres Poderes, frente al Palacio del Planalto en Brasilia. Allí hubo disturbios al igual que frente al Palacio del Congreso donde a las 22 decenas de inconformes intentaron invadir el predio, lo que fue impedido por la policía con disparos de balas de goma y gas pimienta. Efectivos policiales reforzaron poco antes de la medianoche el cordón de seguridad en la sede de la Presidencia, cuando Rousseff permanecía en la residencia oficial, el Palacio de Alvorada, desde donde monitoreaba los actos de protesta. También hubo una marcha en la ciudad de Belo Horizonte, capital del estado Minas Gerais, y cacerolazos en Barra da Tijuca y otros barrios de Rio de Janeiro. Enfrentamientos entre adherentes y opositores a Lula ocurrieron frente al domicilio del ex mandatario y nuevo ministro en San Bernardo do Campo, localidad del cinturón industrial de San Pablo, hasta donde fue enviado un grupo de agentes de la policía militarizada. Lula asumirá un ministerio desde el que se controlan todos los resortes del poder, lo cual le permitirá influir en las decisiones de su sucesora y en las de su base parlamentaria, a la que intentará unir con vista al eventual juicio político contra Rousseff que el Congreso retomará hoy, cuando serán elegidos los miembros de una comisión especial de parlamentarios que deberá decidir si existen méritos jurídicos para avanzar hacia la posible destitución de Rousseff.
Protestas en varias ciudades de Brasil contra el nombramiento de Lula
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