Instituciones prestigiosas como el Instituto del Clima de Potsdam y la Universidad de New South Wales de Australia han publicado durante los años recientes estudios donde se consignan anomalías récord debidas al cambio climático. Uno de los episodios extremos típicos en dicho plano sucedió en 2010 en Pakistán, con inundaciones devastadoras que mataron a cientos de personas y detonaron un serio brote de cólera. Otros eventos singulares de precipitaciones extremas durante el período estudiado incluyen temporales en Estados Unidos, especialmente en Texas ese mismo año, con docenas de inundaciones relámpago. Fenómenos de tal índole ya se habían producido a partir de 1997 en Alemania, todos ellos calificados como eventos descomunales del tipo «por primera vez en el transcurso del siglo actual». Jascha Lehmann, climatólogo de Potsdam y autor principal de uno de los análisis, sostuvo que «en todos esos lugares, la cantidad de lluvia caída en un solo día batió récords sin excepción». «En casi la totalidad de los episodios pudo verificarse una clara tendencia ascendente donde los eventos sin precedentes se debieron a una misma pauta climática: el incremento notable de la humedad ambiental», acotó el científico. A la misma conclusión ha llegado en Australia el especialista Markus Donat, quien publicó un pormenorizado informe técnico en una edición de la revista Nature en marzo pasado, reforzado por gráficos ilustrativos. El papel del calentamiento global en episodios de lluvias extremas ha sido debatido ampliamente por diferentes equipos técnicos, desde el Reino Unido hasta China, pero el informe de Donat es rotundo en su diagnóstico, «Tanto en regiones húmedas como secas, las precipitaciones intensivas han aumentado notoriamente, lo cual incluye la caída de nieve, hasta en regiones áridas», señaló el experto. Sonia Senevirtne, del Instituto Federal de Tecnología, en Suiza, coincidió con tal diagnóstico y añadió que «el aire caliente retiene más humedad, y de ese modo el calentamiento global incrementa las posibilidades de lluvias extremas». El impacto del fenómeno en París, días atrás, incrementó las aguas del río Sena, donde el nivel sobrepasó los seis metros por encima de la altura normal de la corriente hídrica, incentivando amplias medidas de emergencia. Los análisis estadísticos que cubren el período 1901-2010, en base a datos emitidos por miles de estaciones meteorológicas alrededor del mundo, muestran que entre 1980 y 2010 hubo un crecimiento del 12 por ciento en lo referido a «fenómenos intensos». Los expertos señalan que el fenómeno no es homogéneo en todas las regiones del globo, con mayor impacto en las regiones húmedas, y menores efectos en zonas áridas. En el sudeste de Asia, por ejemplo, el incremento de fenómenos considerados como «récords» ha sumado un 56 por ciento, mientras que en Europa se ha producido un 31 por ciento, en tanto Estados Unidos llega al 24 por ciento. Dim Coumou, coautor del estudio de Potsdam, destacó que las lluvias en Europa y Estados Unidos han sido seriamente monitoreadas durante décadas, de modo que las conclusiones de los autores son confiables. «Una de cada diez lluvias torrenciales extremas observadas globalmente durante los últimos 30 años caen en tal casillero, pero los estudios separados de 2010 elevan el margen a un evento de cada cuatro», remarcó Coumou. Y agregó que «los recientes incrementos de lluvia que baten récords son muy preocupantes, y dado que están en consonancia con el calentamiento global, resulta lógica la necesidad de atenuar las emisiones de gases de efecto invernadero por la quema de combustibles fósiles».
Especialistas vaticinaron inundaciones y grandes lluvias en Europa central
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