El ministro de Ciencia puso de relieve que «incluso empresarios argentinos que viven en el exterior y manejan fondos de inversión están viniendo y consultando: prácticamente tengo una reunión semanal con alguno de ellos», dijo Barañao en una entrevista concedida a Télam. El ministro -que en los próximos meses se apresta a viajar a Finlandia e inclusive a Gran Bretaña- precisó que los temas de interés de los inversores abarcan desde alimentos y manufacturas con cierta significación hasta diseño y áreas como energías renovables. «Pasamos -explicó- de concitar atención a un decidido entusiasmo por invertir en la Argentina, por múltiples factores y por el cambio que se ha dado en el país, de apertura esencialmente hacia aliados históricos como Europa y Estados Unidos, sin por ello renegar de acuerdos como los mantenidos con China, por ejemplo». Barañao destacó que el énfasis de su cartera «está puesto en acoplar efectivamente el sistema científico al desarrollo económico y social del país». «Esto -indicó- tiene varios componentes, uno es la innovación productiva, la integración con el sector empresarial en distintas áreas, que ya se venía haciendo, pero ahora incorporamos nuevas modalidades, sobre todo tratando de captar capitales del exterior». «Si no tenemos un sector productivo innovador, el Ministerio pasa a tener una mera actividad cultural», definió el ministro. «Es imprescindible -agregó- un sector privado demandante de tecnología, porque esto es lo que cierra el círculo; fondos del Estado convertidos en conocimiento, que el sector productivo tiene que tomar y devolverlos a la actividad productiva». Barañao anticipó que en los indicadores nacionales de inversión en ciencia y tecnología, que se darán a conocer el mes próximo, se dará cuenta de un mayor aporte del sector privado a actividades de investigación y desarrollo (I+D). «Eso -refirió el ministro- se debe en parte a decisiones empresarias, y también a que se modernizó el criterio de medición: estábamos subestimando el aporte privado al aplicar un criterio muy estricto, mientras que ahora se adoptaron parámetros respaldados en un consenso internacional». Barañao destacó las perspectivas de cadenas productivas que hoy no existen y no puede atender la demanda, como es el caso de la piscicultura, «donde vamos a hacer proyecto piloto en Tierra del Fuego». «Estamos en condiciones de inferioridad frente a países como Perú y Chile, y queremos hacerlo bien, con las buenas prácticas de la FAO en cuanto a sustentabilidad; desarrollar la cadena que va desde la producción de alimentos para peces, hasta las vacunas, las jaulas, el que procesa y vende el producto», detalló. El ministro remarcó que hay un proyecto «todavía más grande, de uso sustentable del mar argentino, que es Pampa Azul, donde la meta es que en 10 o 15 años más de 10% del producto bruto provenga del mar: la mitad del territorio nacional está bajo el agua y nos hemos dado el lujo de no aprovecharlo». El año pasado, recordó, el Congreso sancionó una ley específica de financiamiento a la investigación en el mar argentino, «y al ser el Parlamento el que asigna la prioridad y el presupuesto da una garantía de política de Estado, de continuidad, diferente de la que puede dar un proyecto del Ejecutivo». Barañao puso de relieve, por otra parte, el mayor aporte de las provincias en materia de ciencia y tecnología: «muchas subieron el rango de subsecretaría o dirección a secretarías, y en Córdoba hay ministerio». «Hubo también un salto fuerte en el Noreste, donde Santiago del Estero cuenta con un parque tecnológico importante con varios centros del Conicet, y lo mismo Jujuy, que ya tiene cuatro centros». «Queremos reforzar el federalismo, ya que históricamente la actividad se concentra en pocas ciudades y tiene que haber investigadores cerca de los problemas de las economías regionales», concluyó el ministro.
Barañao destacó el creciente interés de inversores extranjeros en la Argentina
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