Parece que el famoso refrán de “a quien madruga, Dios le ayuda” era mentira. Madrugar es malo para la salud, y así lo ha demostrado un grupo de investigadores de la Universidad de Westminster (Reino Unido).
Para concluir esto, que muchos ya pensábamos pero que ahora avala la ciencia, los investigadores realizaron un estudio donde a 42 voluntarios se les extrajeron muestras de saliva ocho veces al día durante 48 horas. Con ello, consiguieron determinar que más de la mitad de estas personas, que se levantaban antes de las 7:20 de la mañana, tenían un elevado nivel de cortisol, la hormona del estrés.
En consecuencia, aquellos que madrugan tienen más posibilidades de sufrir migrañas, problemas musculares, resfriados y mal humor. Incluso durmiendo las mismas horas, los científicos comprobaron que aquellos que se levantaban más temprano eran más propensos al estrés e, incluso, a la ira.
Así, según el estudio, la única ventaja para los madrugadores es que estos cuentan con una mayor capacidad de concentración. Angela Clow, líder de la investigación, explica que “hasta ahora, despertarse temprano se asociaba a una mejor concentración, y una mayor actividad, pero resulta que experimentan más problemas durante todo el día”.
Además, una investigación de la Semmelweis University detectó correlaciones entre las personas que prefieren acostarse tarde y un alto cociente intelectual, concluyendo que aquellos que están más activos por la noche son más inteligentes. No obstante, otro estudio, coordinado por la psicóloga italiana Marina Giampietro, apunta que las personas nocturnas “tienen una estabilidad emocional más débil y son más propensas a sufrir depresiones y adicciones”.
Por su parte, Paul Kelly, profesor del Instituto de Sueño y Neurociencia Circadiana de la Universidad de Oxford, realizó para el ’Daily Mail’ una tabla completa con los horarios que deberíamos adoptar según nuestra edad. Así, a los 20 años asegura que la hora idónea para levantarse sería las 9:30 y nunca empezar a trabajar antes del mediodía; a los 30 años la mejor hora para poner el despertador serían las 8:10 y un par de horas después empezar a trabajar.
A medida que nos hacemos mayores necesitamos menos horas de sueño, por lo que podemos permitirnos amanecer más temprano. A los 40 años, lo ideal sería ponernos en pie a las 8, a los 50 a las 7 y a los 60 a las 6.