Tras la reciente muerte de Hugh Hefner, el famoso magnate reconocido por ser el dueño de la marca Playboy, salieron a la luz innumerables secretos sobre el modo de vida que llevaba el empresario en la mítica mansión en la que vivía. PUBLICIDAD inRead invented by Teads Stefan Tetenbaum, un ex empleado de Hefner, reveló detalles escabrosos de lo que sucedía dentro de la Mansión de Playboy en una entrevista con el periódico The New York Post. Entre algunos episodios que contó, describió las «Noches Puercas», que organizaba asiduamente Hugh y en las que participaban prostitutas de más alto nivel y los empresarios y artistas más exitosos del momento. Tetenbaum describe también que la mansión era vista por muchos hombres como un refugio perfecto para cumplir sus fantasías. Es que, según cuenta el ex asistente de Hefner, quienes iban como invitados a las fiestas en la mansión, «no debían preocuparse por los paparazzis o los detectives privados contratados por sus esposas». El ex empleado confió que detrás del hombre con la eterna bata de seda, se escondía un «hipocondríaco» que «siempre solía exigir su Pepsi, su refresco favorito de cola a la temperatura idónea, su sopa Campbell’s de pollo con fideos y los tradicionales dulces confitados de M&M’s». Tetenbaum también dio detalles de las actividades del millonario magnate en su propio hogar: «Hefner solo se limitaba a ver lo que sucedía a su alrededor y casi nunca tenía sexo con las esculturales mujeres que pasaban cada noche por su propiedad». Según cuenta el ex empleado, mientras se realizaban orgías en la Mansión, Hefner disfrutaba fumar marihuana y saborear sus dulces de regaliz. En ese sentido, Stefan compartió secretos más escandalosos de su ex empleador y aseguró que en las fiestas siempre había drogas como cocaína. Además, dio a entender que Hefner ejercía maltrato sobre «sus chicas». Sobre las exigencias de Hefner con las conejitas, contó que el empresario «se aseguraba de que todas tuvieran implantes de senos. Muchas de ellas sufrían movimientos indeseados en sus mamas y hasta en algunos casos las siliconas explotaban, lo que generaba un tremendo dolor y riesgo para la salud de las chicas». Si esto sucedía, según cuenta Stefan en The New York Post, el magnate enviaba a las conejitas a un hospital para ser descartadas y reemplazadas por nuevas mujeres. «No le importaba ninguna, para él eran descartables», aseguró. «Comenzó siendo un innovador, un hombre liberal a favor del aborto, los derechos gay y la marihuana. Cuando se mudó de Chicago a Holmby Hills se convirtió en otro sucio viejo rico», opinó Tetenbaum. Entre algunos de sus funciones, el ex empleado escoltaba a las mujeres fuera de las habitaciones, asegurando que en muchos casos no podían caminar por su cuenta debido a la intensidad de los actos sexuales que protagonizaban. En otras ocasiones, según especifica en la nota, éstas recibían bonos de parte de Hefner, en compensación por sus participaciones. Con la muerte de Hefner, no sólo salieron a la luz los secretos oscuros. También marca el fin de la era de la famosa Mansión de Playboy, que recibió a personalidades de todo el mundo y albergó grandes fiestas y eventos sociales. La mansión incluía las oficinas de Hefner, su habitación, una sala de cine, una biblioteca y los archivos personales del magnate. En la parte trasera había una cantidad de animales digna de un zoológico, entre ellos flamencos, pavos reales y monos. Y también estaba la Grotto, como le decían a la piscina con aspecto de cueva que fue escenario de muchas de las aventuras que tuvieron lugar en la mansión. Pero tras el fallecimiento de Hefner, la semana pasada a los 91 años, la mansión será fusionada con otra propiedad contigua de la que formó parte cuando fue construida hace casi un siglo. Daren Matropoulos, magnate dueño de la propiedad contigua, adquirió los terrenos de la mansión, unas dos hectáreas, el año pasado en 100 millones de dólares, con el compromiso de que Hefner podía seguir usándola has
Los secretos mejor ocultos de la mansión Playboy
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