¿Está escrito el fracaso económico de Mauricio Macri?
Por Ernesto Tenenbaum para Infobae ¿Todo está escrito? ¿Se puede leer en el pasado lo que ocurrirá en el futuro? Una de las frases recurrentes del presidente Mauricio Macri sostiene que la Argentina no está condenada al fracaso. «Es mentira que estemos condenados. Es mentira», argumenta. Sin embargo, la precisión de algunas premoniciones da miedo. Y los datos de los últimos dos años, especialmente el atraso cambiario que terminó en la devaluación de esta semana, alcanzan, como mínimo, para no subestimarlas. En 1983, la palabra ‘celular’ se utilizaba para definir a los camiones que trasladaban a los presos, la sigla PC definía al Partido Comunista, y la palabra tweet era, apenas, el sonido de un pajarito, en idioma inglés. En aquel momento, un gran intelectual industrialista llamado Marcelo Diamand (injustamente ignorado por el pensamiento económico dominante) escribió un texto clásico que (leído hoy) es una gran advertencia para el Presidente. Es casi una profecía que, como se verá, tiene una fuerza arrolladora. Tanto, que el gran desafío de Macri será, justamente, vencerla. El texto se llama «El Péndulo argentino, ¿hasta cuándo?», se encuentra fácilmente en internet y su lectura estremece porque allí están descritos, ¡décadas antes de que sucedan!, el auge y el fracaso k, tanto como los primeros dos años macristas. Si la historia se repitiera de manera inexorable, todo terminaría mal: se cumpliría esa profecía maldita. Pero, aunque el peso de los abismos del pasado tenga un gran poder magnético, eso no quiere decir que la pelea esté terminada. Diamand describe de esta manera, dos décadas antes de que llegara al poder, los comienzos del kirchnerismo. «Sus ideas económicas reconocen la inspiración del modelo keynessiano y del nacionalismo económico. Sus principales objetivos son la distribución progresiva del ingreso y el pleno empleo. El primer objetivo se instrumenta mediante mayores beneficios sociales, aumentos nominales del salario y a menudo controles de precios. También se recurre el manejo de los grandes instrumentos de política económica, como el tipo de cambio y las tarifas de los servicios públicos, en función del objetivo prioritario de evitar que aumente el costo de vida. El segundo objetivo se logra asegurando un alto nivel de demanda. Las etapas expansionistas suelen empezar con el aumento de los salarios reales, el crédito barato, el incremento de la actividad económica y una euforia en el sector industrial y comercial». Luego, el autor describe el proceso que llevó al ocaso al movimiento fundado por Néstor Kirchner. «Sin embargo, la mayoría de las veces, esta etapa no dura mucho. El déficit del presupuesto crece, la balanza comercial se desequilibra, aparece el desborde sindical, surge el desabastecimiento y se acelera la inflación. El proceso culmina con el agotamiento de reservas del Banco Central y en una crisis de la balanza de pagos. La expansión se detiene y se inaugura una etapa económica caótica. A medida que pasa el tiempo aumenta la oposición de los estratos influyentes de la sociedad y, finalmente, sobreviene la caída del equipo económico o del Gobierno». El texto es especialmente agudo cuando anticipa el balance que hace el kirchnerismo de su derrota. «Aunque admite algunos errores, tiende a minimizar su importancia y como justificación principal de su fracaso alega la insuficiencia del poder popular para manejar los resortes clave de la economía y la resistencia de poderosos grupos económicos nacionales e internacionales». ¿Qué ocurre luego de este fracaso? Llegan otros gobernantes. ¿Qué hacen? Es otro punto de una anticipación casi mágica. «La caída del poder popular provoca siempre un brusco vuelco hacia la ortodoxia económica, ahora identificada con lo ‘serio’ en la economía. En general, los equipos ortodoxos llegan al poder en medio de una crisis de la balanza de pagos. Sus respuestas frente al problema son una serie de propuestas que involucran una brusca devaluación, un aumento de los ingreso