El riesgo de la política de Donald Trump populista de sustituír importaciones
No han sido pocas las veces que Donald Trump, presidente de los Estados Unidos, ha sido tildado de populista y partidario de un inocultable nacionalismo económico. Es precisamente en ese contexto que acaba de anunciar la introducción de aranceles a las importaciones de acero y aluminio, 25 y 10% respectivamente. Esto se ha dado a consecuencia de un informe recientemente presentado por el Departamento de Comercio que afirma que la débil performance de ambos sectores representa una amenaza muy concreta a la seguridad nacional. La decisión de Trump es complicada por varios motivos, ya que al menos inicialmente penaliza el consumo y el empleo, algo que no debería ser soslayado. Las compañías estadounidenses van a incrementar sus precios convergiendo hacia el nivel de los aranceles. Habrá una reducción de la demanda de todos los bienes que necesitan acero, con sus concomitantes efectos en el mercado laboral. No hay que dejar de tener en cuenta que los puestos de trabajo en las compañías que producen acero representan solo el 2% de los empleos en las firmas que usan acero. La realidad actual y las determinaciones de Trump ponen en evidencia que el nacionalismo de cortoplacista es -por lo general- contradictorio con el de largo plazo y a eso debe sumarse un riesgo extra: el de las guerras comerciales, que son buenas, según recientes palabras del presidente Trump. Pero, pese a esta opinión, muchos creen fervientemente que lo no son, ya que las posibles revanchas por beneficiar a un sector no-competitivo, podrían dañar a una cantidad de otros sectores productivos que sí lo son. Trump justifica todo en términos de seguridad nacional. Los principales proveedores de acero importado son Canadá con 16%, Brasil con 13%, Corea del Sur con 10% y México con 9%. La seguridad nacional también se construye en base a la seguridad de, y los acuerdos con, los aliados. El caso de Corea del Sur es elocuente y revelador, siendo que Corea del Norte representa la principal amenaza a la paz mundial. Como presagio, sólo oscuras nubes y tormenta en el horizonte. La economía de Estados Unidos hoy es fuerte y robusta, pero el proteccionismo combinado con el programa de recortes tributarios de Trump reproducirá los típicos ciclos de auge y caída, boom and bust. El déficit de presupuesto requerirá de mayor endeudamiento, en una economía fuertemente endeudada, impulsando un aumento de tasas de interés en el mediano plazo, ello agregado a la tendencia alcista ya existente. Paradójicamente, el escenario comercial y de seguridad evoca, poco a poco, aquel de la Gran Depresión. El clima proteccionista imperante fue en gran parte responsable por la crisis. Estados Unidos había legislado entonces sobre aranceles. En 1922 con el Acta Fordney-McCumber, llevando la protección al 40% en promedio, y en 1930 con el Acta Smoot-Hawley agregando otro 20%. En ambos casos el proteccionismo apuró represalias, profundizando la recesión de 1929 en el último. El comercio mundial se contrajo en dos tercios, propiciando el extremismo político de los treinta y la hostilidad. Hacia el final de la década, la guerra ya no era solo comercial. A comienzos de febrero el Pentágono modificó los protocolos sobre armas nucleares. La nueva postura revierte la política del último medio siglo, dándole mayor importancia al arsenal nuclear en la defensa del país y autorizando su uso aun contra enemigos que no posean ese tipo de armamento. Putin respondió este último jueves con un video. La simulación en el mismo mostraba un ataque al territorio de Estados Unidos. Allí se ve un nuevo misil, llamado Avangard, que supuestamente posee capacidad nuclear y alcance ilimitado. Agregó que es “invencible”, lo cual fue tomado con escepticismo por parte del Departamento de Defensa. También emplazó al mundo a escucharlo, en virtud de que Rusia posee el potencial nuclear más importante del planeta, lo cual es cierto. Proteccionismo en aumento, intransigencia política y hostilidad. Este mundo de hoy tiene un cierto