Aparentemente es un chico normal. En LinkedIn aparece como asesor de inversiones y emprendedor. En su currículum figura que fue CEO de una librería online y que también trabajó en la Universidad de Pensilvania. Hasta aquí, nada anormal que lo distinga de otro joven emprendedor cualquiera.
Por la calle la cosa tampoco cambia mucho. Es alto y delgado. Sus más allegados aseguran que es muy educado y dispone de una buena apariencia, capaz de ganarse la confianza del más escéptico con tan sólo echarle una mirada. Sin embargo, es el cerebro de Silk Road (un mercado negro en la red donde se puede desde comprar y vender droga hasta contratar sicarios) y actualmente está acusado de varios delitos relacionados con el narcotráfico y el blanqueo de dinero.
Los últimos instantes en libertad de Ross Ulbricht fueron dignos de un libro de John Le Carré. Todo ocurrió la mañana de un martes del pasado mes de octubre, cuando el FBI asaltó la biblioteca de San Francisco, donde se encontraba absorto en su ordenador portátil.
El objetivo de la operación no sólo era apresarlo, sino también impedir que cerrase el dispositivo electrónico. Cuando se quiso dar cuenta, una treintena de agentes que estaban esperando el momento oportuno lo detuvieron e incautaron sus bienes.
Y acertaron de pleno. Ulbricht se encontraba en ese momento manejando el portal Silk Road mediante un administrador llamado Mastermind y dado de alta bajo el pseudónimo Frosty, que a la larga terminó delatándole.
Pero no se crean que llegar a esta pequeña biblioteca de barrio fue un camino de rosas para el FBI. Todo lo contrario. Los investigadores tuvieron que recorrer un largo recorrido para lograr unir las piezas que componen el rompecabezas de la identidad de Ulbricht.
’Altoid’, la primera pista hacia Silk Road
La investigación arrancó a partir de un nombre en clave que detectaron en enero de 2011. Más concretamente, en un inocente post escrito en Shroomery, en el que los usuarios discutían sobre el uso de las setas alucinógenas.
Allí, un internauta apodado Altoid escribió al respecto: «Me acabo de encontrar con una página web llamada Silk Road, ¿qué os parece?». E incluyó un link que llevaba a un blog en WordPress donde se entregaban las instrucciones para acceder al sitio.
Pasó el tiempo y Altoid apareció en otro lugar. Y después en otro. Entonces, el FBI llegó a la conclusión de que alguien se estaba dedicando a utilizar tácticas de marketing online.
En otras palabras, Altoid estaba tratando de convertir Silk Road en algo viral. Y lo cierto es que lo consiguió.
Una fortuna en ’bitcoins’
Ross Ulbricht creó Silk Road en enero de 2011 bajo la forma de un sitio de Internet oculto que permitía el acceso y la compra-venta ilegal de productos y servicios criminales de forma anónima. La página trabajaba en lo que se llama la red Tor, una maraña de comunicaciones que permite mantener oculta la dirección IP de los ordenadores de los usuarios.
Silk Road se convirtió en el mercado criminal más sofisticado y amplio de Internet, y Ulbricht ganó millones. El bazar cibernético vendía todo tipo de bienes y servicios ilegales divididos en cuatro capítulos: Drogas; Servicios (como pirateado informático), Bienes Digitales (programas informáticos dañinos, contenido audiovisual pirateado, etc.) y Falsificaciones (con ofertas para vender todo tipo de documentos y tarjetas de crédito falsas).
Por ejemplo, contratar un sicario podía salir por 40.000 bitcoins al principio y otros 40.000 una vez se hubiese cumplido el encargo.
Entre noviembre de 2011 y septiembre de 2013 el negocio fue viento en popa. Miles de internautas realizaron compras de sustancias prohibidas incluyendo heroína, cocaína, éxtasis o LSD a vendedores de EEUU y otros países. La red tenía un dispositivo de pago con la moneda electrónica bitcoin para facilitar el funcionamiento ilegal de las operaciones y seguir engrosando, de esta forma, las arcas de su CEO mediante suculentos porcentajes.
Para que se hagan una idea de cuánto dinero movía esta página, cuando fue detenido la justicia estadounidense confiscó unos 28 millones de dólares en la moneda electrónica. Silk Road contaba con más de 900.000 usuarios registrados y desde su creación llegó a generar negocios por más de 1.200 millones de dólares.
Pero Ulbricht cometió un error. Varios meses después, Altoid apareció de nuevo concediendo una pista irresistible a las autoridades al escribir su email. En un post publicó que buscaba un experto en tecnologías de la comunidad bitcoin y solicitó a los interesados enviarle un correo a rossulbricht@gmail.com.
Con una dirección de Gmail en mano, los investigadores tuvieron acceso a sus cuentas de Google+ y YouTube, entre otras. Allí descubrieron algunos de los intereses de Ulbricht. Entre ellos, la economía.
En particular, en su cuenta de YouTube tenía seleccionados como favoritos varios vídeos del Ludwig von Mises Institute. Mucho más tarde, en los foros de discusión de Silk Road, Dread Pirate Roberts (como era conocido en la web), haría varias referencias a este instituto, lo que les aportó más pistas.
Tras localizar las direcciones IP que utilizaba para iniciar sesión, pudieron centrar su búsqueda en San Francisco y sus hábitos. Hasta llegar a la biblioteca de San Francisco.
Ulbricht, pendiente de una cadena que podría ser perpetua
Las autoridades federales de justicia presentaron esta semana cargos contra Ross Ulbricht, al que acusan de ser el creador de Silk Road. Ullbricht, de 29 años, fue acusado de cuatro cargos relacionados con el narcotráfico y el blanqueo de dinero y, si es declarado culpable, podría ser condenado a cadena perpetua.
Algunas fuentes apuntan también a que Ulbricht presuntamente solicitó en varias ocasiones los servicios de asesinos a sueldo con el fin de proteger el secreto de sus operaciones, algo que finalmente no se ha podido probar.
Un compañero de instituto, Thomas Haney, explicó a los medios que podía llegar a imaginarse a Ross comprando en Silk Road, pero nunca dirigiéndolo. “Es una de las personas más buenas que he conocido”, aseguraba convencido. Otro le recordaba todo el día metido en la habitación, trabajando en el ordenador.
Ulbricht veía su empresa como una versión anónima de Amazon y tenía una visión bien clara sobre cómo quería que fuera en un futuro. «En esencia, Silk Road es una manera de evitar la regulación del Estado», dijo Dread Pirate Roberts en una entrevista concedida a la revista Forbes, realizada a través de la red informática Tor. «Si dicen que no podemos comprar y vender ciertas cosas, lo haremos de todos modos y no sufriremos abusos por parte de ellos».
Poco después de ser cerrada, Silk Road volvió a la vida. Según AllThingsVice, los responsables de esta versión 2.0 fueron los mismos que administraban y moderaban el site original. No se sabe con certeza cuánto durará ni si se cumplirán los vaticinios de Ulbricht. Lo que parece más probable es que vaya a verlo desde la cárcel si nada lo impide.
Por A. G. Luna