A 40 días de los incidentes, la Justicia comprobó que la Policía retiró los grupos de combate minutos antes de que llegara el micro de Boca.
A 40 días del bochorno, la Justicia comprobó que la Policía retiró los grupos de combate 15 minutos antes de que el micro de Boca arribara a la zona, que hubo órdenes insólitas, que le será complicado tener más detenidos y exculpa a River de toda responsabilidad Fue el escándalo más vergonzoso del fútbol argentino de los últimos tiempos. El suceso que dio vuelta al mundo y que llevó la final de la Copa Libertadores a Europa. Un River-Boca que debió ser histórico sólo por el fútbol y la fiesta, terminó siéndolo por el papelón más estruendoso de la seguridad, que no pudo garantizar simplemente un operativo de arribo del micro de Boca hasta el estadio Monumental. Y a 40 días del suceso, la causa judicial avanza con algunos descubrimientos impactantes que nadie sabe muy bien hasta dónde van a llegar, dado que muestra como mínimo negligencia en el accionar policial, aunque algunos se plantean si gente formada para este tipo de eventos puede ser, simplemente, negligente. Más cuando en las cámaras de video y en las más de tres horas de comunicaciones entre la Superintendencia de Operaciones y los efectivos que estaban en las calles, emanan órdenes difíciles de entender. El hecho más llamativo, según el sumario que instruye la fiscal Adriana Bellavigna con la información de todas las fuerzas participantes, ocurrió 15 minutos antes de que el micro pasara por la ya célebre esquina de Lidoro Quinteros y Libertador, donde se produjo la agresión de los hinchas de River hacia el plantel de Boca. Porque hasta ese momento había cuatro grupos de combate en la zona, acompañando a la gente de Prefectura que estaba formando dos hileras para contener a la gente. Pero, extrañamente, esos grupos se desplazaron por Quintero hacia Figueroa Alcorta dejando la zona más conflictiva vacía de los elementos disuasivos y represivos más importantes con los que contaba el operativo. ¿Por qué se tomó esa decisión? La versión que recogió el Cuerpo de Investigadores Judiciales del Ministerio Público Fiscal es que se estaban produciendo incidentes en el portón de acceso por donde ingresa el micro visitante, pero no hay constancias de que esas corridas fueran de magnitud y bien podrían haber sido reprimidas con fuerzas que ya estaban apostadas sobre Figueroa Alcorta y Monroe, donde se hacía el primer corte importante de público. Es más, el lío grande en esa zona se produjo a las 16:20, cuando la barra de River forzó y logró traspasar una columna policial. Y el micro había arribado más de una hora antes. El tema, además, es que casi al mismo tiempo de esa retirada de los grupos de combate, vino la orden desde el comando policial a las fuerzas de Prefectura para que no dejaran pasar más gente por Lidoro Quinteros, porque se acerca el micro de Boca. Pero la zona ya estaba desbordada, como demuestran los audios de Prefectura donde se deja constancia de que no tienen con qué hacer retroceder a la gente. E insólitamente no hay órdenes de enviar otra vez a los grupos de combate. ¿Por qué? Una fuente policial admite que la hipótesis de conflicto era la barra, y que en las imágenes que se tomaban de Quinteros y Libertador estaba claro que los integrantes de Los Borrachos del Tablón no estaban allí, sino la facción oficial sobre Figueroa Alcorta y la disidente se preparaba en Barrancas de Belgrano. Y entonces no pensaban que muchos hinchas «comunes» podían generar los incidentes graves contra el micro. Todo lo que falló en el operativo quedó además expuesto al día siguiente, el 25 de noviembre, donde la zona estaba cuasi militarizada. Si se hubiese llevado adelante con esa saturación el día anterior, el micro habría arribado sin problemas y el partido podría haberse jugado en el Monumental. La causa además tiene peritado el micro donde arribó Boca, donde se deja constancia que tres vidrios fueron destrozados por las pedradas y botellas arrojadas por hinchas de River, y otros dos fueron rotos de adentro hacia afuera con el martillo de seguridad, cuando los gases lacrimógenos