jueves, diciembre 4, 2025
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De Gallinas Libres a Proveedor de Miles de Huevos: El Éxito de un Emprendimiento y Su Gran Cliente Supermercado

De Bar a Criador: La Transformadora Historia de Pablo Campiti

Un giro inesperado llevó a un santafesino a liderar la producción de huevos libres de jaula.

Con 55 años, Pablo Campiti ha vivido una vida llena de desafíos y reinvenciones que lo condujeron a convertirse en un pionero en la producción de huevos de gallinas criadas en libertad en Argentina.

Aquella infancia en San Lorenzo, Santa Fe, estuvo marcada por risas, deportes y amistades. Sin embargo, a los 13 años, un cambio radical se avecinaba: un colegio agrotécnico en San Jerónimo Sur lo introdujo al apasionante mundo del campo. “Fue mi primer contacto con el ámbito rural”, recuerda Campiti.

La vida en el internado lo hizo madurar rápidamente. “Aprendí a gestionar el tiempo y los recursos”, comenta. Tras avanzar en la Facultad de Agronomía de Rosario, circunstancias familiares lo llevaron a dejar sus estudios y asumir responsabilidades, trabajando de noche mientras sus sueños parecían esfumarse.

La adversidad no se detuvo. Con el accidente de su padre y los desafíos económicos, tuvo que hacerse cargo de su familia a una edad temprana. A los 28 años, decidido a cambiar su destino, abrió un bar en plena crisis de 2002, dando inicio a una nueva etapa en su vida.

El cierre definitivo de su bar en 2020 debido a la pandemia marcó otro cambio crucial. Junto a su hermano, abrió un supermercado, un giro afortunado en tiempos inciertos. Pero fue una conversación inesperada con su amigo Carlos Mior lo que desató su verdadera revolución.

“Carlos me habló de un sistema que estaba en auge en Europa: gallinas libres de jaula con acceso al aire libre”, explica. Sin previo conocimiento, se embarcaron en la aventura del avicultor, levantando los primeros galpones y comenzando a criar gallinas desde cero.

El camino no estuvo exento de desafíos. Al intentar habilitar su establecimiento, enfrentaron las rigurosas normativas de Senasa. “No existía un protocolo para nosotros al principio”, confiesa Campiti, quien luchó durante años para establecer un marco regulatorio que finalmente se concretró en 2024.

Hoy, bajo la marca Ekkohuevos, gestiona 15,000 gallinas y produce entre 13,000 y 14,000 huevos diarios cuyo 90% se destinan a un supermercado de capitales franceses. “Queremos promover el fin del maltrato animal y ofrecer un producto saludable”, afirma con determinación.

El sistema de Campiti permite a las gallinas vivir en un ambiente saludable y natural, resaltando su compromiso con la ética y el bienestar animal. A pesar de los desafíos económicos – “en mi espacio hay lugar para 7,500 gallinas, mientras que en un sistema tradicional podrían ser 25,000” – se esfuerza por ofrecer un producto justo y accesible.

Planea expandir su negocio al recriar pollitas para proporcionar a otros productores que busquen adoptar sistemas más éticos. “Primero aseguren la demanda”, aconseja, recordando que el éxito reside en entender el mercado.

Reflexionando sobre su trayectoria, Campiti dice: “Pasé por muchas cosas, pero siento que finalmente encontré mi lugar. Este proyecto tiene alma y refleja un profundo respeto por los animales, la gente y por lo que hacemos”.

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