Han pasado 50 años desde su muerte, el 9 de octubre a manos del Ejército boliviano, pero el Che sigue despertando pasiones. Jóvenes de todo el mundo visten camisetas con su imagen, y su figura, elevada a categoría de mito, fue objeto de numerosos estudios y biografías. Pero Ernesto «Che» Guevara también tiene detractores que acusan al guerrillero argentino de ser una persona sanguinaria y un asesino sin piedad. En BBC Mundo quisimos conocer la visión de uno de ellos, el periodista y escritor cubano exiliado en Francia Jacobo Machover, autor de «La cara oculta del Che» (2008). En su libro usted pretende desmitificar la figura del Che, ¿por qué considera que esto era importante? Se trata de una figura que ha sido magnificada por todas partes del mundo. Se lo considera un héroe revolucionario, un romántico, un humanista, cuando en realidad en mi país, en Cuba, ha sido uno de los principales responsables de las ejecuciones que se produjeron en 1959 e incluso antes, cuando estaba en la Sierra Maestra luchando con Fidel Castro. A mí me parece que es una vergüenza seguir mostrando afiches y camisetas con la cara de alguien que es un verdadero asesino, y sin ninguna razón, de gente que no había sido juzgada. Cuando había juicios, duraban media hora o ni siquiera eso y la gente era condenada a muerte sistemáticamente bajo pretexto de haber sido esbirros de la dictadura de (Fulgencio) Batista, pero eso no era comprobado. No fueron juicios dignos. ¿Por qué el Che sigue siendo un mito 50 años después? Creo que sigue siendo un mito porque no se sabe toda la verdad. No se sabe suficientemente en todo caso. Digamos que quien creó el mito del Che Guevara fue por un lado Fidel Castro y, por otro lado, una serie de intelectuales europeos, norteamericanos, y latinoamericanos también, que lo elevaron a la categoría de un ser perfecto, el ser más completo de nuestra era, como dijo el filósofo francés Jean Paul Sartre. Creo que hay una gigantesca mentira alrededor de ese hombre que le profería un culto a la muerte desde siempre, desde incluso antes de ser revolucionario y estar con las tropas de Fidel Castro y luego en Bolivia. El Che Guevara escribía en su diario de viajes por América Latina durante su primer viaje en 1951-1952: «Degollaré a todos mis enemigos», lo que da una idea de la patología de ese hombre. Él escribe en su mensaje a la Tricontinental en 1967, poco antes de morir en Bolivia, que el revolucionario debe ser una máquina de matar. Todos sus discursos están llenos de ese tipo de culto a la muerte, la muerte de los demás, no de la suya. Él declaraba en las Naciones Unidas en 1964: «Hemos fusilado, fusilamos, y seguiremos fusilando mientras sea necesario», es algo que es absolutamente inadmisible. No entiendo como los que han leído esas palabras o las han escuchado y han leído los diferentes libros sobre el tema siguen admirando al Che. Pero incluso alguno de sus más fervientes críticos, como miembros de la CIA, le reconocen que era un hombre dispuesto a morir por sus ideas… No es una cualidad morir por sus ideas. Incluso hoy en día los fanáticos islamistas están dispuestos a morir por sus ideas. Para mí no es una cualidad. En mi libro, cito el testimonio de un exagente de la CIA, Félix Rodríguez, que fue uno de los que capturaron al Che Guevara. Él cuenta un diálogo entre los dos en el que el Che se vuelve un poco humano: le tiene miedo a la muerte. Incluso cuando es capturado por el Ejército boliviano él grita: «No disparen. Soy el Che Guevara. Valgo más vivo que muerto». Es en ese último momento que se vuelve un poco más humano. Ahora, si él estaba dispuesto a morir por sus ideas, lo que yo le reprocho -en nombre de los descendientes de los que él hizo ejecutar- es que él estaba dispuesto a matar por sus ideas sin la más mínima compasión ni piedad. Pero el Che combatía en una guerrilla, en una guerra contra el régimen de Batista. ¿No es esa una de las caras de la guerra, morir o matar? Cuando él hizo ejecutar a la gente en la fo
A 50 años de la muerte de Ernesto Guevara
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