M.B. vivió la historia de cientos de miles de jovencitas. Se peleó con sus padres, abandonó su casa y comenzó a frecuentar «a la gente equivocada». No quería vivir en la calle y fue cazada por traficantes de sexo.
La joven estuvo retenida durante dos años en el motel Roosevelt Inn., considerado por todos en la ciudad como «el epicentro del tráfico humano», donde era obligada a ejercer la prostitución. Durante el tiempo que la mantuvieron esclavizada tuvo relaciones con 1000 personas.
En ese motel frecuente ver cómo hombres mayores se presentan ante el conserje para pedir una habitación por apenas treinta minutos. Junto a ellos, a un metro y con miradas esquivas, a veces hay una adolescente. Otras veces -la mayoría- los esperarían en uno de los cuartos. El empleado cobra la tarifa, le indica cuál es su habitación, le da la llave y le desea suerte.
Fue allí donde su pesadilla la transformó en alguien que no era ella. Fue allí donde debió mantener relaciones sexuales forzadas con apenas 14 años. Y ahora, con 17 años, puede contar su historia mientras sus abogados intentan enjuiciar a los líderes de esa organización de blancas y al dueño de ese siniestro lugar.
El Roosevelt Inn. es un motel de un historial de prostitución, drogas y peleas de pandillas. Cada vez que hay un caso de tráfico sexual, ese centro habitacional está involucrado. «Es el epicentro del tráfico humano», repiten una y otra vez quienes conocen su historia.