Con miras a convertir a Argentina en un socio energético y mineral clave, este pacto también está diseñado para atraer la atención de inversores internacionales, validando así las ambiciosas reformas que el nuevo gobierno ha propuesto. Sin embargo, el acuerdo expone una desventaja para Argentina, que debe abrir su mercado y ceder parte de su soberanía reguladora en pro de intereses estadounidenses, especialmente en los sectores extractivos y agroindustriales.

Desregulación y Nuevos Estándares

El elemento central del acuerdo radica en la eliminación de barreras no arancelarias y la aceptación de normas americanas. Argentina se compromete a reconocer las certificaciones de organismos reguladores de EE. UU., como la FDA y USDA, facilitando así el ingreso de productos sin validaciones adicionales. Esta acción, aunque acelerará la modernización de diversas industrias, podría poner en peligro a los productores locales de biosimilares y genéricos. En el ámbito automotriz, la aceptación de estándares de seguridad estadounidense podría incrementar drásticamente las importaciones.

Respecto a la propiedad intelectual, Argentina se alinea con estándares internacionales que amplían la duración de los monopolios de patentes. Esto podría aumentar los costos en el sistema de salud, afectando a la industria farmacéutica nacional. El acuerdo también incluye un marco para el comercio digital, eliminando aranceles y facilitando el flujo de datos, donde EE. UU. se considera un espacio seguro para la transferencia de información personal.

Desafíos en la Patagonia: Energía y Pesca

El auge del petróleo en Vaca Muerta, en Neuquén, representa una oportunidad significativa, atrayendo inversiones tecnológicas estadounidenses para mejorar la producción de crudo y GNL. Mientras tanto, la Cuenca del Golfo San Jorge, que incluye a Chubut y Santa Cruz, enfrenta retrocesos en producción y construcción. El acuerdo no aborda de manera directa cómo revitalizar esta región olvidada, priorizando más bien a la cuenca de Vaca Muerta. No obstante, podría aliviarse parcialmente la situación con la reducción de aranceles a ciertos productos.

El sector pesquero de Chubut también se encuentra en riesgo debido a las presiones de la Southern Shrimp Alliance de EE. UU., que busca tarifas arancelarias sobre las importaciones de camarones y langostinos, amenazando la sostenibilidad económica de numerosas empresas locales. La necesidad de un acuerdo que potencie la exportación es crítica para salvaguardar los empleos en esta industria.

Perspectivas Desiguales en el Territorio Nacional

A pesar de que el acuerdo ha sido celebrado con entusiasmo por algunos, sus efectos no son uniformes. El conurbano bonaerense, por ejemplo, podría sufrir a raíz de la apertura del mercado, lo que generó el rechazo del gobernador Axel Kicillof, quien advierte sobre los impactos negativos en la industria local. Sindicatos como la UOM y SMATA han activado alertas sobre el riesgo que representa la importación de maquinaria, que podría afectar a PyMEs y grandes empresas como Ford y Toyota.

Por otro lado, provincias de mayor orientación agroexportadora, como las del Noroeste Argentino y Cuyo, ven en el acuerdo una oportunidad para eliminar barreras comerciales y prosperar en sus sectores. La Cámara de Comercio de Estados Unidos en Argentina ha respaldado la alianza, considerándola un paso hacia la integración de Argentina en cadenas de suministro regionales.

Un Nuevo Capítulo en la Economía Argentina

El amplio debate sobre el impacto macroeconómico del acuerdo refleja la polarización del pensamiento en el país. Economistas como Ricardo Arriazu vislumbran un crecimiento sólido, mientras que otros, como Carlos Melconian, advierten sobre la posible incapacidad del acuerdo para resolver problemas estructurales. Emmanuel Álvarez Agis plantea que depender de una potencia con políticas proteccionistas podría confinar a Argentina a ser un simple exportador de materias primas, limitando la generación de empleo de calidad.

En este nuevo escenario, Argentina se enfrenta a desafíos inmediatos, desde la implementación del acuerdo hasta la defensa de sus industrias locales. Con el riesgo palpable de un regreso a la primarización económica, es fundamental equilibrar los beneficios del acuerdo con inversiones en los sectores productivos para evitar una mayor fractura social.