En medio de una guerra verbal entre ambos líderes, Erdogan recogió el guante de inmediato y, en declaraciones en París, prometió renunciar si Putin demuestra que su país le compra petróleo al EI, que controla parte de Siria e Irak y que cometió la masacre del 13-N en la capital francesa. Ankara, además, volvió a negarse a pedir disculpas a Rusia e la instó a reconsiderar las sanciones que le impuso, mientras que la OTAN llamó a Ankara -su único miembro musulmán- a trabajar para calmar las aguas con el Kremlin, que suman tensión a una región ya al borde del estallido total por la guerra en Siria. En el marco de esta escalada, el cuerpo del piloto ruso que murió en el hecho fue repatriado hoy a Rusia, cuyo gobierno anunció además que prohibirá la importación de frutas y verduras turcas como parte de un paquete de sanciones decretado por Putin el fin de semana. El 24 de noviembre, aviones F-16 turcos derribaron uno de los bombarderos Su-24 con los que Rusia ataca al EI y a otros grupos insurgentes en Siria, en un hecho que hizo añicos la relación entre dos países muy viculados económica y comercialmente pero con posturas encontradas respecto del conflicto sirio. Con la tensión entre Rusia y Turquía en niveles que recuerdan a la Guerra Fría, Moscú anunció también hoy que los aviones de su campaña en Siria estarán equipados ahora con misiles aire-aire para defenderse, luego de que la semana pasada instalara misiles de largo alcance cerca de la frontera turca. Putin y Erdogan intercambiaron duras acusaciones desde el incidente -la primera vez que un integrante de la OTAN derriba un avión ruso desde 1952-, y el jefe del Kremlin rehusó una oferta de su par turco de entrevistarse a margen de la cumbre sobre cambio climático que empezó hoy en París. «No está planeada ninguna reunión con Erdogan. No hay discusiones sobre dicha reunión», dijo a periodistas Dimitri Peskov, portavoz del Kremlin, citado por la agencia de noticias EFE. El mismo día del derribo, Putin había acusado a Turquía de ser «cómplice del terrorismo» y de comprar el petróleo que el EI extrae de las zonas de Siria que controla, y cuya venta en el mercado negro constituye, según Estados Unidos, Francia y otras naciones que lo combaten, su fuente de financiación número uno. Hoy, el líder ruso fue un paso más lejos y vinculó el ataque contra el avión a ese suministro de crudo que, según él, Turquía recibe del EI, también conocido como Daesh, su acrónimo en árabe. «Tenemos todos los motivos para suponer que la decisión de derribar el avión fue dictada por el deseo de garantizar la seguridad de las vías de suministro de petróleo al territorio de Turquía», dijo Putin en rueda de prensa al término de la primera jornada de cumbre del Clima en París. Poco después, en su propio contacto con la prensa en la capital francesa, Erdogan desafió a Putin a probar sus acusaciones y hasta puso su renuncia -y también la del presidente ruso- sobre la mesa. «No es moral acusar a Turquía de comprar petróleo a Daesh. Si hay documentos, deberían mostrarlos, que los veamos. Si se demuestra, yo no me quedaré en el cargo. Y le digo al señor Putin: ¿Se quedará usted en su cargo?», dijo el presidente turco. Aunque desairó a Erdogan, el líder ruso sí se reunió en París con su par estadounidense, Barack Obama, quien le «expresó su pesar» por la pérdida de vidas en el derribo del avión y pidió una «distensión entre Rusia y Turquía», según informó la Casa Blanca. El mandatario ruso también se entrevistó con la canciller alemana, Angela Merkel, y juntos «discutieron la situación en Siria» y el desarrollo de la lucha contra el EI, que se intensificó luego de que el grupo reivindicara los atentados del 13 de noviembre pasado en París, que dejaron 130 muertos y casi 370 heridos. En Moscú, en tanto, Rusia reveló hoy más detalles sobre las sanciones de represalia contra Turquía, que apuntan a los sectores más sensibles para la economía turca: el turismo y la agricultura. El primer ministro ruso, Dimitri Medved
Acusaciones de Putin suben la tensión entre Rusia y Turquía
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