Por: Emmanuel Gentile egentile@infobae.com
Crecen las denuncias por llamados extorsivos a altas horas de la noche. Primero se oye una voz anónima que simula ser de un familiar golpeado. Luego un presunto secuestrador atiende y exige dinero a cambio de su liberación. Recomendaciones para no caer en la trampa
Son las dos de la madrugada de un miércoles de marzo y el primer ring del teléfono interrumpe el sueño de tres mujeres en la localidad bonaerense de Lanús. Sobresaltada, la mayor y madre de las otras dos atiende el llamado y del oto lado se oye la voz de una chica que grita y solloza: «¡Me están pegando, ayudame!», alcanza a entender.
Entre dormida y desesperada, pregunta varias veces quién habla, pero solo escucha alaridos y llanto. La voz entrecortada le remite a la única hija que no vive con ella y empieza a temblar de miedo. Intenta varias veces averiguar de quien se trata pero no lo consigue. Finalmente, menciona un nombre. ¿Laura, sos vos?
En ese momento un hombre toma el teléfono del otro lado de la línea y le comunica que tienen a Laura. El presunto secuestrador le ordena apagar todos los celulares de la casa y después de pedir 20 mil dólares para su rescate pregunta si el domicilio de la familia queda en la calle Carlos Gardel. Justo antes de eso, la mayor de las tres hermanas había tomado el teléfono. La pregunta y la suma exigida le permite sospechar que se trata de un engaño. Ante la duda, cuelga.
A esa altura el pánico había invadido la casa y ya nadie dormía. La tres llaman a Laura insistentemente sin éxito. Prueban al teléfono de su pareja y nada. Comienzan entonces a pedir ayuda a familiares, quienes tratan de calmarlas a la distancia. La mujer decide llamar al 911, donde le toman la denuncia sin ofrecer demasiada asistencia.
Una hora y media después pudieron cerciorarse de que a Laura nada le había pasado. La joven finalmente atendió el celular y les aseguró a su madre y y sus hermanas que estaba en su casa, tranquila, durmiendo. El miedo comenzaba disiparse, pero a todas les quedaba poco tiempo para descansar algo antes de ir a trabajar.
El falso secuestro telefónico no es una nueva modalidad delictiva. Desde hace aproximadamente diez años muchas familias de diversos lugares del país reciben llamados desde la cárcel por parte de presos que se hacen pasar por secuestradores para conseguir pulsos telefónicos. Hoy son varias las formas que encuentran los delincuentes para tratar de engañar a algún desprevenido. Cualquier teléfono puede sonar a altas horas de la madrugada. La supuesta víctima de secuestro suele ser un hijo, o una hija. Por lo general el plan falla, pero hubo decenas de casos en los que las víctimas entregaron dinero y objetos de valor.
La semana pasada, desde la Procuración General de la Nación advirtieron sobre la cantidad de denuncias que se reciberon en el último tiempo con las mismas características. La novedad en este caso tiene que ver con la voz de alguien que grita en forma desesperada simulando ser alguien cercano, para imprimirle veracidad al falso secuestro.
«Son llamados donde se escucha a una persona llorando, gritando o sollozando, lo que impide identificarla. Luego, la voz anónima pide auxilio y toma el teléfono otro sujeto que se hace pasar por secuestrador, quien exige la entrega de objetos de valor o dinero, como condición para liberar al supuesto familiar retenido», alertó.
Una vez que el presunto secuestrador toma el teléfono intenta someter a quién está del otro lado de la línea con violencia psicológica.
«Los estafadores indican el lugar -que suele ser cercano al domicilio del damnificado- donde debe dejarse la bolsa con el rescate», explicó el titular de la Fiscalía Nacional en lo Criminal de Instrucción, Fernando Fiszer.
Para evitar caer en este tipo de delitos, se recomienda:
– Cortar la comunicación de inmediato.
– Si se cuenta con otra línea telefónica (un celular o un vecino), comunicarse con la supuesta víctima y luego contactarse con la comisaría más cercana o al 911, aun cuando le exijan que apague todos los teléfonos.
– Nunca dar nombres o aportar información sobre el grupo familiar que pueda ser usada por los delincuentes, aunque el interlocutor diga ser policía.
– Dar siempre aviso a la policía antes de entregar efectos de valor.
– En algunos casos puede darse que la llamada se recibe mediante el sistema de cobro revertido, en tal caso verifique antes de aceptar la llamada si se trata de algún conocido.
– Si aportó a los delincuentes códigos de tarjetas telefónicas, no las tire aunque así se lo exijan. Entréguelas a la policía, ya que de esa manera se puede rastrear al autor o cómplices del delito.
– Instruir a todas las personas de la casa que puedan atender el teléfono, fundamentalmente a los niños y al personal doméstico, sobre no aportar datos a desconocidos sobre los miembros de la familia o el movimiento del hogar.
– Conocer la modalidad delictiva y divulgarla en su entorno familiar para evitar ser víctimas del engaño.
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