Comienza la embajadora Alicia Castro su columna de opinión dn The Independent señalando que «los estudiosos de los medios de comunicación seguramente se interesarían en analizar cómo este presentador de TV construye una historia». Continúa textualmente: Para ello, comienza posicionándose en el escenario de la guerra que tuvo lugar hace 32 años y diciendo «Sabíamos que Ushuaia es el puerto del cual el Belgrano navegó hacia su funesto destino al comienzo de la guerra de las Malvinas», rememorando el dramático episodio del buque que fue hundido por orden de Margaret Thatcher, que desencadenó una guerra que debió haberse evitado. En caso de que alguien no advierta sus intenciones, termina su artículo citando el titulo del diario The Sun de 1982 » Gotcha» («Te agarré «), lo que muestra claramente su particular sentido del humor y sus marcos de referencia políticos y culturales. «La orden de Londres de hundir al Belgrano» remarcó el equipo del Sunday Times en su libro «The Falklands War» (La guerra de Malvinas) publicado en 1982, «fue sin dudas la decisión más controvertida de la guerra» (p.157), la que provocó más de trescientas muertes. El Sr. Clarkson llegó a Tierra del Fuego, a tan sólo 600 km de las Islas Malvinas, alardeando con un auto con patente H982 FKL, que recordaba el año y siglas del lugar de la guerra. Más tarde, intentó hacer creer que se trataba de una “mera coincidencia” y que no tenía intención de provocar. Sin embargo, esta no es la primera vez que el Sr. Clarkson ofende al pais que lo recibe, habiendo hecho lo mismo en la India, Corea del Sur y México. Ha sido acusado y criticado por el público, los entes reguladores y la prensa de su país por sus dichos, que van desde comentarios racistas y homofóbicos a burlas xenófobas dirigidas a otras culturas. Una simple búsqueda en internet arroja al menos 20 incidentes en los cuales Clarkson ha ofendido a alguien. El animador televisivo, en su nota tiulada «Make no mistake, lives were at risk» (“No se equivoquen, hubo vidas en peligro”) construye un relato desmesurado. Describe haber sido emboscado por una horda armada con “picos”. Más tarde, cambiando de género narrativo, crea otra escena: Clarkson afirma que una multitud intentó quemar los autos de su equipo- lo que no sucedió en realidad- y llega a afirmar que “alguien dijo que iban a asarnos y comernos”. La imaginación colonialista del Sr. Clarkson es muy prolífica: nunca hubo canibalismo en la Argentina. Comemos, eso sí, mucha carne vacuna, pero nunca nos hemos comido a un periodista. Cuando alguna gente de la comunidad local se reunió espontáneamente para repudiar la conducta del Sr. Clarkson, las autoridades locales intercedieron de inmediato para garantizar su seguridad y la de su equipo, proveyendo medios de transporte, plazas en un vuelo a Buenos Aires, y gestiones especiales para facilitar el cruce de la frontera hacia Chile. Al concluir su historia destinada a presentar a los argentinos como salvajes, y sin reconocer la seguridad provista por el gobierno de Tierra del Fuego, Clarkson reflexiona sobre las razones que pueden haber causado las protestas. Razona que los problemas no tuvieron relación alguna con su provocación, sino que, en realidad, se debieron a otras causas: “We were English…” (“Éramos ingleses…”) concluye. Ignora, por lo visto, que hay 250.000 británicos y descendientes de británicos que viven felizmente en la Argentina y gozan del respeto y la amistad de toda la sociedad. Desconoce que justamente en la Patagonia argentina, a escasos kilómetros de donde él se encontraba, vive una comunidad de 70.000 galeses que hablan su idioma, conservan su identidad y cuyo asentamiento cumple 150 años que celebraremos en conjunto el próximo año. También pretende ignorar que hace pocos meses un equipo de la Unidad de Historia Natural de la BBC estuvo filmando en la Patagonia durante doce días, a propósito de un importante hallazgo fósil y fue muy bien recibido por toda la comunidad local.
Alicia Castro: «Jeremy Clarkson trató de retratar a mis compatriotas como salvajes»
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