La comunicación no violenta es una herramienta para fomentar las relaciones sanas, que contribuye a la resolución de conflictos y mejora las relaciones con uno mismo/a.
La importancia y el valor de aprender a comunicarnos implica que podemos ser capaces de establecer una comunicación simétrica, asertiva y empática, desarrollar una mejor conexión con las necesidades propias y ajenas, facilitar la prevención y resolución de conflictos vinculares y por supuesto visualizar el sentimiento de compasión.
Todo estos son aspectos básicos que permiten evitar elementos negativos durante una conversación, cómo la agresión física, los insultos y comparaciones, entendiendo que recurrimos a un comportamiento que daña a otros cuando no conocemos estrategias más efectivas para dar respuesta.
Por eso en una conversación es importante reflexionar sobre nuestras expectativas, expresar con claridad nuestra/s necesidad/es, identificar sentimientos, y evitar hacer juicios y evaluaciones.
Cuando somos conscientes de cómo debemos expresarnos y que necesitamos cambiar, podemos lograr una comunicación no violenta. Rosenberg explica que: “Cuando nuestra comunicación permite dar y recibir de una manera compasiva, la felicidad reemplaza a la violencia y al sufrimiento”.
En tiempos donde la reacción automática se adelanta a la acción compasiva hacernos un espacio para reflexionar sobre nuestra forma de comunicarnos con otros y con nosotros/as mismos/as puede hacer la diferencia.
Un mundo menos violento, más empático, aceptante y humano se hace con la acción de cada una de las personas que formamos parte de él, en nuestras manos está la posibilidad de empezar a hacer ese cambio ¿Nos animamos a dar el primer paso?
Por Sabrina Peralta y Lucila Garcia Poultier
Integrante del Equipo de Difusión
Asociación Argentina de Counselors