El seleccionado argentino irá este martes ante el local Estados Unidos por el pase a la final de la Copa América Centenario, que de alcanzarla será la tercera consecutiva después del Mundial de Brasil 2014 y la anterior edición de este certamen en Chile 2015, en un instancia a la que llegó con un funcionamiento adaptado a las necesidades de alcanzar definitivamente un título y una alta efectividad en ataque. El encuentro tendrá lugar en otro de los imponentes estadios que tiene esta competencia como lo es el NRG, de Houston, que a la hora de comienzo, las 19 locales (21 de Argentina), contendrá unos 35 grados de temperatura ambiente, algo acorde con el clima de esta ciudad del sur de los Estados Unidos. El árbitro de de este cotejo, el quinto de los albicelestes en el certamen después de las cuatro victorias anteriores, será arbitrado por el paraguayo Enrique Cáceres y contará con la televisación para la Argentina de la TV Pública y TyC Sports. Si Estados Unidos es la «tierra de las oportunidades», la que se le presentará al equipo dirigido por Gerardo Martino surge como inmejorable, ya que tendrá ante sí a un rival de menor envergadura que encima llega diezmado por las bajas por suspensiones de Bobby Wood, Alejandro Bedoya (ambos por sumar dos amonestaciones) y su principal figura, el volante Jermaine Jones, expulsado en el arranque del segundo tiempo del partido de cuartos de final ante Ecuador. Claro que este es apenas un detalle, porque la jerarquía individual de uno y otro es incomparable, más allá de que en lo colectivo el entrenador alemán Jurgen Klinsmann le sacó «agua a las piedras» para llevar a este equipo a ser el mejor de los que representan a la Concacaf en este torneo (la otra semifinal la jugarán el vigente campeón Chile ante Colombia). No será en este caso el equipo argentino «el chico de la película» en esta tierra texana donde la filmografía estadounidense ubicó durante las décadas del 60 y 70 sus grandes producciones de «westerns», en las que por lo general el más modesto terminaba siendo el héroe vencedor de luchas desproporcionadas. Es que Argentina llega a este juego como claro favorito, como el candidato excluyente a ganar este certamen con su capitán Lionel Messi encendido tras recuperarse físicamente de la lesión en la parrilla intercostal izquierda, y psicológicamente después de afrontar en Barcelona una declaración ante la justicia por presunta evasión fiscal. Un total de 14 goles en cuatro encuentros, con apenas dos en contra, sugestivamente ambos de cabeza (José Fuenzalida de Chile y Salomón Rondón de Venezuela), lo que marca que el juego aéreo es el punto flaco de la defensa argentina además de algunos desajustes circunstanciales en el retroceso, ponen al equipo del ‘Tata’ ante otra inmejorable chance de hacer historia de la grande para el fútbol argentino. El único inconveniente que atravesó el equipo desde que llegó a los Estados Unidos, más allá de ser el que más viajó, flameando constantemente de costa a costa, fue el costado izquierdo de su ataque, para el que Martino deberá utilizar tres futbolistas diferentes en cinco encuentros. Primero se lesionó Ángel Di María y luego lo hizo Nicolás Gaitán, aunque el ex Boca Juniors no iba a poder estar de todos modos en esta semifinal porque llegó al límite de dos tarjetas amarillas, lo que obligará al ingreso de Erik Lamela o Ezequiel Lavezzi, dependiendo de las características con las que quiera sostener el ‘Tata’ la «idea» de juego, que ahora es maleable y hasta el comienzo tambaleante de las eliminatorias para Rusia 2018 no se movía del característico 4-3-3 «con la punta del triángulo del medio hacia arriba a abajo». Las «necesidades y urgencias» hicieron que el equipo cambiara y el discurso también, en la medida que ese cambio dio buenos resultados, con Javier Mascherano como mascarón de proa a la hora de recuperar el balón en distintos sectores de la cancha, reconociendo el propio Martino que la «presión alta no era buena».
Argentina buscará frente a Estados Unidos acceder a una nueva final
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