Limones, moras, paltas, naranjas, pomelos, quinotos, nueces y ciruelas son algunos de los frutos que se pueden recolectar en los árboles que pueblan las calles de la Ciudad. porteñas y que el proyecto «La Ciudad Nos Regala Sabores» busca difundir y enseñar cómo y cuándo cosecharlos. «La mayoría de la gente circula sin mirar a su alrededor, absorbida por sus temas, en su mundo. Además, está la creencia de que la comida se encuentra en el supermercado y nos hemos olvidado de dónde sale. Este proyecto busca que las personas puedan mirar, reconocer y animarse a cosechar frutas en la calle», aseguró Ludmila Medina, creadora de «La Ciudad Nos Regala Sabores». Y añadió: «Lo que intentamos es que el vecino conozca su barrio y los lugares donde puede encontrar fruta en la calle. También damos información sobre el ciclo de los árboles para que sepan cuándo se cosecha». Con fechas sujetas a los momentos de maduración de las frutas, desde «La Ciudad Nos Regala Sabores» se propone una recorrida por un barrio determinado identificando los árboles y cosechando sus frutos. «Un tema central es pedir permiso al dueño de la casa donde está el árbol. Explicar de qué se trata el proyecto y no arrasar con toda la cosecha», explicó la joven. En 2009 Medina dejó de cursar en la Facultad de Ciencias Económicas e ingresó en la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (UBA) para estudiar Tecnicatura en Producción Vegetal Orgánica. «Al tiempo vinieron a buscar estudiantes para realizar un censo de arbolado, yo me anoté y así comencé a aprender sobre árboles. Entonces cada vez que salía a la calle iba atenta y anotaba si algo me llamaba la atención», recordó. Y continuó: «Un día iba para lo de mi abuela y vimos un árbol de mandarinas listas para cosechar. Cuando nos pusimos a sacarlas, la dueña de casa salió a insultarnos. Yo le dije que tenía un montón de fruta, que se le iba a echar a perder y que nosotros la queríamos para comer». A partir de ese diálogo Medina aprendió que siempre hay que pedir permiso y la vecina de su abuela a compartir los frutos del árbol de su vereda: «Después de eso, cada vez que pasábamos nos pedía ayuda para sacar las mandarinas y así forjamos un vínculo que todavía persiste», recordó. Algunos de los que se contactaron ofrecieron ayuda para sistematizar la información y así surgió la creación del mapa donde figura la ubicación exacta de los árboles relevados y la especie. «En las redes subía las fotos, pero me di cuenta de que si hacía una recorrida en vivo la gente iba a aprender mucho más porque una vez que ves algo personalmente no te lo olvidas más. Lancé una convocatoria por las redes a ver qué pasaba y cuando llegué a la esquina había muchísimas personas», afirmó. Desde entonces se realizaron unas diez recorridas, que cada vez tienen más participantes: «Primero realizamos una charla informativa y después caminamos una 20 cuadras reconociendo las especies y cosechando. Es muy lindo ver sobre todo a los chicos porque en ellos surge con claridad el instinto recolector, cómo les llaman la atención los olores, los colores», describió. Según Medina, limones, moras y paltas son los tres frutos que más proliferan, seguidos por naranjas, pomelos, quinotos, bananas, ciruela, durazno, aceitunas, nueces y nísperos; también puede encontrarse aguaribay (falsa pimienta), higos y membrillo. «En referencia a las plantas medicinales, en las calles de Buenos Aires podemos encontrar Ginkgo biloba, que se utiliza para la circulación y la memoria; pezuña de vaca, para la diabetes, y existen muchos yuyos que tienen fines medicinales pero no se recomiendan extraer si no son de lugares seguros», sostuvo. Consultada sobre la calidad de la fruta, la joven explicó que «no se han hecho estudios sobre el impacto de la contaminación ambiental pero estas frutas tienen una ventaja y es que no se han utilizado sobre ellas agrotóxicos, por lo que seguramente sean hasta más sanas que las de producción convencional». «Buenos Aires no es la ún
Aunque no lo notemos, las calles porteñas son una importante fuente de frutas
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