En la
plancha se ha reducido la cantidad de instrumentos, aunque el
cuentavueltas sigue siendo protagonista principal al estar
integrado a la columna de dirección, justo detrás del volante y
frente a la vista del conductor. De todas maneras, desde el punto de
vista de la funcionalidad, la ubicación de los mandos es algo
desprolija.El espacio interior
no ha mejorado respecto de su antecesor, las plazas traseras sólo
son aptas para dos niños y el baúl está limitado a 160
dm3/litros. El equipamiento de confort es completo; sólo se destaca
la ausencia de regulación eléctrica de asientos y de sensor de
estacionamiento. El nivel de terminación, así como los materiales,
es correcto.
Hasta los medios especializados de
Europa, elevaron sus críticas por el confort de marcha del Mini
anterior. Hubo ciertas modificaciones pero, a decir verdad, apenas
si se notan. Los neumáticos de perfil bajo (205/45) sobre llantas
de 17 pulgadas y las suspensiones rígidas tipo kart hacen que el
tránsito por superficies irregulares carezca de un andar
confortable.
En el interior, es confuso el
instrumental. Un velocímetro inmenso con caracteres poco
legibles preside la consola central y dentro del cuadrante se
integra el indicador de nivel de combustible que no es visible en el
día, pero carece del de temperatura de agua. El ordenador de a bordo
cuenta con lectura digital doble, un visor se ubica dentro del
cuentavueltas, y un segundo es compartido con el del sistema de
audio.
Por su parte, el motor es el mismo
cuatro cilindros, que en este caso abandonó el compresor
reemplazándolo por un turbo con intercooler que entrega 175 CV.
La velocidad máxima, 222 km/h, está muy cerca de la oficial (225), y
acelera de 0 a 100 km/h en 7,2 segundos. Además, el consumo es
acotado, en ciclo urbano está en el orden de los 10 litros/100 km y
a 130 km/h constantes está en los 8,5 litros.
Todo ayuda para que manejarlo en
tramos sinuosos sea divertido; es ahí donde se ponen de
manifiesto las reales intenciones por las que el Mini fue concebido.
Sin duda, conducirlo en zonas trabadas es lo más gratificante. La
rigidez de las suspensiones evita balanceos indeseables o excesivos
y lo transforma en un juguete nervioso que supera curvas.
El equipamiento de seguridad consta
de seis airbags (frontales, laterales y de cortina), protección al
peatón (de ahí que su capot sea 2 cm más alto), control de
estabilidad y tracción desconectable, DSC, ABS + CBC + EBD y
faros de xenón. Los frenos de disco ventilados le permiten
detenerse, a 100 km/h, en sólo 37,6 metros. La visibilidad está
limitada por el tamaño y la altura de la luneta, falencia que es
apenas neutralizada por el generoso tamaño de los espejos externos