El apellido Arruabarrena (Rodolfo) está alfabéticamente antes que el de Astrada (Leonardo), pero muy pegados, igual que los aciertos en los planteos de ambos en el encuentro. El «Vasco», ex lateral izquierdo boquense, acertó con la inclusión de José Fuenzalida como volante-extremo derecho, porque hizo el carril con velocidad y tino, generando las principales zozobras de una noche relativamente tranquila para la última línea paraguaya. El «Jefe», ex volante central riverplatense, acertó con la presión alta y la ejecución de las contras que tenían como destinatarios a los veloces José Ortigoza y Oscar Romero, la figura de los «cerristas» que estuvo en duda hasta último momento. Claro que para que esto último ocurriera los locales debían pasar la primera línea rival, algo que inevitablemente llevaba a los defensores «xeneizes» a sacar pelotazos largos, por lo que sobre todo Fernando Gago, su mejor administrador del balón, veía como éste le pasaba una y otra vez sobre su cabeza. Esto derivó, lógicamente, en que Boca no pudo elaborar juego, y cuando sus volantes, Gago, Fuenzalida y Marcelo Meli, entraron en contacto con el balón, como sus delanteros estaban amurados contra los defensores «azulgranas», estaban obligados a probar con disparos de media distancia que chocaron siempre contra el seguro Diego Barreto. La mitad de la cancha fue entonces zona de tránsito rápido, dentro de la cual el volante visitante Miguel Paniagua marcó la cuota de equilibrio con su ubicuidad y su prolijo manejo. Y ese aislamiento de los delanteros boquenses los llevó también a intentos individuales que siempre tuvieron definiciones infructuosas. Dentro de ese panorama los que salvaban la ropa en Boca eran el juvenil Andrés Cubas (18 años), quien hizo su debut internacional, y Nicolás Colazo por su desdoblamiento defensivo-ofensivo, además del mencionado Fuenzalida. Por eso no se entendió muy bien que Arruabarrena decidiera excluir al chileno haciendo ingresar en su lugar a Juan Manuel Martínez cuando el segundo período estaba dando sus primeros berridos, siendo que Jonathan Calleri era quien, por su ineficaz tarea, «pedía» el cambio a gritos. Sin embargo el técnico boquense demoró hasta más allá de los 25 minutos de la etapa final para sustituir al ex All Boys por Emmanuel Gigliotti, algo que terminó redituándole la victoria con su «gol de goleador» rebotero sobre los 38 minutos. Pero si bien los cambios podrían traducirse en aciertos, por la contraria se pueden interpretar como errores, ya que el «Burrito», el «Puma» y el «Animal» Andrés Chávez hubiesen sido la «fauna» ideal para estos primeros 90 minutos en los que sacar una ventaja aceptable es esencial de cara a la vuelta en Asunción del miércoles próximo. Por esas variantes postreras, Arruabarrena, que contó también con la fortuna como aliada, cuando sobre el epílogo el ingresado Rodolfo Gamarra eludió a Agustín Orión y cuando se aprestaba a concretar el empate se resbaló y desperdició la mejor ocasión del partido para su equipo, quedó por encima de Astrada. Pero como en el abecedario, fue primero por una letra, que no fueron ni la «r» ni la «s», sino la «g», la de gol, la de Gigliotti.
Boca le ganó a Cerro Porteño
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