Un joven porteño de 26 años viajó a Perú como mochilero a mediados de marzo y es buscado desde el 1 de junio. Su familia viajó hasta allí y sospecha que las fuerzas policiales lo asesinaron y escondieron el cuerpo. Bruno Carlos Schell, 1,90 metro, tez blanca, ojos marrones, viajó como mochilero junto a unos amigos al Norte y llegó al distrito peruano de Miraflores, en Lima, el 14 de marzo, luego de recorrer Bolivia. En Nazca, ya sin compañía, le robaron el dinero, la tarjeta de crédito con la que se manejaba y los papeles migratorios. Bruno le escribió el 1 de junio a su madre, Julia Verdaguer, para pedirle una transferencia bancaria. El joven nunca retiró el dinero. Fue el último contacto que tuvo la familia con él. «Todo es encubrimiento y mentira», reclamó Julia, que se encuentra en Perú con su esposo, Arturo, y una de sus hermanas, Cecilia, desde el 11 de junio. Dejaron todo en Buenos Aires para encontrar a Bruno, que sufre de esquizofrenia, pero medicado —asegura su madre— no presenta episodios. La familia del joven se dirigió el 12 de junio a la División de Personas Desaparecidas (DIVIPD) para realizar la denuncia. La presentación no sirvió de mucho porque los efectivos se mostraban sorprendidos cuando Julia les mostraba los afiches con la foto de Bruno. Para difundir el caso, se creó un grupo de Facebook donde numerosos usuarios expresaron su apoyo y ofrecieron ayuda a la familia del joven desaparecido.
Búscan a Bruno Carlos Schell de un mochilero que viajó a Perú y nunca volvió
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