Una fila de policías se ubicó el lunes a la noche sobre la platabanda de la avenida Estado de Israel para observar un inmenso plástico que cubría los cuerpos de dos efectivos muertos a balazos.
Cinthya Romina Benedetti, oficial ayudante de 30 años, y Franco Exequiel Piqueras, personal transitorio, de 25. Ambos murieron a 100 metros de su lugar de trabajo, la división Homicidios, y, pese a las hipótesis y rumores, aún no se sabe cómo murieron.
Una de las principales hipótesis que comenzó a girar entre los efectivos de la fuerza y fue abonada por algunos testigos es que ella lo habría asesinado y luego se habría quitado la vida. Por el momento, la investigación -a cargo de la fiscala Adriana Giannoni– espera los informes fundamentales, de Criminalística, médicos forenses y el dermotest de ambos.
“Hubo tres tiros y después cayeron los dos al pavimento. Creo que ya estaban muertos”, contó un joven que trabaja en un comercio cercano y que prefirió que su nombre se mantuviera en reserva. Él fue uno de los primeros que llegó hasta el lugar, y escuchó la versión de que ella había asesinado a su compañero. Existe una filmación de un testigo que se va acercando a ellos mientras le dice a otra persona: “¿has visto? La chica le metió dos tiros al vago y después se pegó un tiro en la cabeza”. En las imágenes se puede ver que ninguno de los efectivos tenía puesto el uniforme en ese momento.
En cualquiera de los casos -homicidio seguido de suicidio o enfrentamiento-, tampoco se conocen los motivos por los que, al menos uno de ellos, accionó el gatillo. En uno de los primeros alertas que se emitió en los celulares de los integrantes de la fuerza, se explicaba que habrían tenido una relación sentimental; sin embargo, hasta el momento, nadie lo confirmó oficialmente.
De hecho, otras fuentes de la Policía aseguraron que él era casado y tenía dos hijos pequeños, uno de ellos recién nacido. Ella, según se supo, llevaba más tiempo que él con el uniforme y en distintas dependencias. Según trascendió, habría tenido al menos dos periodos en la división Homicidios y uno en la comisaría 7°.
Otro de los detalles que dos fuentes distintas brindaron sobre ella es que más de una vez se le habría aplicado el protocolo estipulado para efectivos que protagonizan situaciones violentas; en esos casos, se les quitan las armas y se los envía a sentarse frente a un psicólogo.
La noticia fue recibida con sorpresa y estupor dentro de la fuerza. Se estima que el caso será investigado por la división de la Dirección General de Investigaciones que disponga la fiscala; en general, estos casos suelen quedar en manos de quienes eran superiores, compañeros e incluso amigos de los fallecidos, pero esta será una excepción.