César Milani, ex jefe del Ejército de la era kirchnerista, va a juicio oral en la causa por los secuestros de Pedro Adán Olivera, su hijo Ramón y de Verónica Matta. Daniel Herrera Piedrabuena, juez federal de La Rioja, declaró parcialmente clausurada la instrucción sobre el militar y elevó la causa a juicio oral y público por los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, allanamiento ilegal, partícipe necesario del delito de imposición de tormentos agravados de Pedro Adán Olivera, partícipe necesario de imposición de tormentos a Ramón Alfredo Olivera y miembro de una asociación ilícita. En la misma resolución, el magistrado rechazó de plano el planteo de nulidad del requerimiento y la elevación a juicio de la causa en cuestión y la solicitud de sobreseimiento pretendido por la defensa de Milani. Además del ex jefe del Ejército, serán juzgados Alfredo Solano Santacroce y Roberto Catalán. El juez Herrera Piedrabuena ya puso a los tres imputados a disposición del Tribunal Oral en lo Criminal Federal de La Rioja, encargado de llevar adelante el debate. El sábado 12 de marzo de 1977, alrededor las 4 de la mañana, un camión Unimog, una camioneta verde del Ejército y dos móviles policiales se detuvieron frente a la casa ubicada en el 328 de la calle Italia del Barrio Ferroviario de la ciudad de La Rioja. De los vehículos bajaron militares, policías de la provincia y gendarmes. Llevaban armas cortas y largas. Hacían movimientos muy precisos y rápidos, y además rodearon la vivienda. Uno de los uniformados rompió con la culata de su arma el vidrio de la ventana de uno de los dormitorios que daba a la calle. Siete u ocho integrantes del grupo -armados con fusiles y pistolas- irrumpieron violentamente en la casa. Adentro, Pedro Adán Olivera, su mujer y sus cinco hijos dormían. Sin tener (y mucho menos mostrar) rden de detención ni de allanamiento algunos, obligaron a los Olivera a salir al zaguán así como estaban, a medio vestir. A las hijas de Olivera las sacaron a culatazos sin dejarlas vestirse. A todos los empujaron con la culata de las armas y los pusieron en fila contra la pared. Allí los tuvieron durante una hora y media aproximadamente. Quien se encontraba a cargo del operativo, dijo a Pedro Adán Olivera que lo iba a llevar detenido para averiguación de antecedentes. Lo llevaron al Instituto de Rehabilitación Social en donde lo sometieron a torturas consistentes en golpizas mientras lo mantenían encapuchado. A los dos días lo liberaron. A las 9 de la mañana de esa jornada, dos personas vestidas con uniformes grises -posiblemente del Servicio Penitenciario- cargaron a Pedro Adán Olivera y lo dejaron sentado en uno de los sillones del porche de su vivienda, la misma de la que se lo llevaron 48 horas antes. No podía mover la mitad de su cuerpo, tenía fuertes dolores, le resultaba imposible caminar y ni siquiera podía mantenerse en pie. El deterioro de su salud era tal que debieron internarlo en la terapia intensiva del entonces Sanatorio Sindical. Las lesiones que le dejaron las torturas nunca se curaron del todo y lo acompañaron hasta su muerte. Ese grupo de militares, gendarmes y policías que secuestró a Pedro Adán Olivera estaba comandado por el subteniente César Santos Gerardo del Corazón de Jesús Milani.
César Milani va a juicio oral por secuestro y torturas agravadas
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