Christine Lagarde da pocas entrevistas. Sabe del peso enorme de sus palabras y las administra con cuidado. Pero accedió a hablar con Infobae durante una entrevista compartida con otros dos medios nacionales muy poco antes de su llegada hoy a la Argentina para participar de la cumbre del G20. Durante las próximas y seguramente vertiginosas 48 horas, en las que aprovechará para mantener un encuentro con Mauricio Macri en la Casa Rosada, la directora gerente del Fondo Monetario Internacional será una de las grandes estrellas del encuentro internacional que colocará a Buenos Aires en el centro de todas las miradas.
Sentada en su escritorio en la oficina del piso séptimo que ocupa en la sede del Fondo, en Washington, rodeada de papeles, pantallas y fotos enmarcadas, incluida una en la que se la ve junto al papa Francisco, Lagarde explicó en tono amable y reflexivo las razones del inédito apoyo que la Argentina de Macri recibió y recibe todavía del FMI, afirmó que el programa acordado con el país, que incluye un crédito récord de 57.000 millones de dólares a tres años, «está funcionando», y se mostró confiada en que a partir del segundo trimestre del año que viene la caída económica comenzará a revertirse y los números marcarán el inicio de una senda de crecimiento.
No ignora que ese camino incluye un proceso electoral en diciembre de 2019. Y que esas elecciones pueden ratificar el rumbo actual o gatillar un volantazo si quien gana es, por ejemplo, Cristina Kirchner. La titular del Fondo no mencionó a la ex presidenta. «Nuestro foco es la economía y la gente, nuestro foco no es una representación política en particular», dijo. Pero inmediatamente insistió en la idea de que el FMI espera un giro económico a partir de abril. «Luego de eso será el pueblo argentino el que decida qué quiere para su futuro», señaló.
A continuación, el tramo referido a la Argentina de una entrevista que abarcó tanto la situación de la economía global, acechada por agendas nacionalistas y una guerra comercial en ciernes, como los riesgos de la tentación populista en América latina, con sus «promesas irreales», y un tema que la desvela: el endeudamiento global, un tema al que, afirma, hay que prestar especial atención.
—En Washington el presidente Macri es visto como un modelo contra el populismo en América latina y bajo su liderazgo el FMI firmó con la Argentina el programa más importante jamás acordado. ¿Es esa la principal razón del acuerdo, el hecho de que Macri sea visto como un modelo contra el populismo?
—Creo que la razón por la cual nosotros, el board del FMI, decidimos apoyar el programa diseñado y definido por las autoridades argentinas es su credibilidad y las necesidades de financiamiento que tenía la Argentina. De modo que fue un arreglo entre la credibilidad, la propiedad, el diseño y las necesidades financieras. Todo eso combinado, junto con el respaldo internacional que fue claramente expresado por el board en su totalidad, fue lo que dio lugar a este importante programa.
—¿Cree que la meta del déficit cero comprometida por la Argentina fue demasiado ambiciosa? ¿Era necesario ir tan lejos?
—Creo que es una respuesta a lo ocurrido en el verano (boreal), tal como lo vimos en julio y agosto, que caracterizaría como una combinación de factores externos, sumado a un caso importante de corrupción y a una falta de confianza en los últimos desarrollos, una respuesta fuerte y una firme corrección fue definida y propuesta por las autoridades argentinas, y creímos que sería la apropiada.
Más de la mitad de los argentinos tienen una imagen negativa del FMI, algunos ponen el costo del programa en Washington, en Estados Unidos y en el FMI, pero no en Buenos Aires. ¿Qué le diría a esas personas?
—Diría que este es un programa que fue concebido, diseñado, ajustado y elaborado por las autoridades argentinas, a las que en definitiva le pertenece. Cuando el presidente Macri me llamó por primera vez, tenía junto con su equipo una idea de las medidas que eran necesarias. Y nos sentimos muy orgullosos y privilegiados de apoyar a la Argentina en ese viaje. Es un viaje difícil, lo sabemos y lo vemos, pero fue decidido por el capitán, no por nosotros.
Existe el temor en la Argentina de que haya desbordes sociales. Como sabe, diciembre suele ser un mes difícil. ¿Qué pasará si la situación se agrava y el presidente Macri la vuelve a llamar para pedirle más ayuda, más plata? ¿Qué haría usted?
—Bueno, no estamos en el final del programa y, ya sabe, hay… nosotros siempre tenemos la capacidad para acomodarnos, y lo hemos demostrado. Porque si recuerda de donde partimos, que era un programa más pequeño, que era predominantemente precautorio, nos hemos acomodado: hemos incrementado el tamaño del programa, ya no es precautorio, de modo que podemos ajustarnos si la razón está justificada. Me parece, a partir de lo que veo y de la segunda misión revisora que acaba de completarse, que el programa tal como está, está funcionando y que ha estabilizado la economía y en particular la situación financiera. Empezamos a ver resultados en números y tenemos todas las razones para creer que la situación se revertirá en términos de crecimiento en el segundo trimestre de 2019. De modo que sabemos que esta es una fase difícil que estamos atravesando en este momento, y que los argentinos están atravesando, pero, saben, está funcionando. El programa realmente avanza desde un buen punto de partida desde la perspectiva de la estabilización y ahora es cuestión de mantenerlo, logrando resultados día a día hasta que se revierta la situación, algo que creemos debería ocurrir en el segundo trimestre de 2019, cuando deberíamos ver una caída significativa de la inflación, donde deberíamos ver el comienzo del crecimiento y el final de la contracción.
—¿Diría que lo peor de la crisis ya pasó?
—Diría que vemos una estabilización de la economía y tenemos todas las razones para ver una reversión en el segundo trimestre de 2019. ¿El punto más alto de la crisis quedó atrás? Creo que todavía la situación va a ser dura durante los próximos meses, ya saben, tres o cuatro meses, y luego un giro.
—¿Qué piensa de la posibilidad de tener que trabajar con Cristina Kirchner en el futuro?
—Trabajamos con un país, trabajamos con sus autoridades y todo el tiempo ocurren cambios políticos en todos los países en los que operamos. Nuestro foco es la economía y la gente, nuestro foco no es una representación política en particular. Pero en todas las circunstancias, lo que esperamos es apropiación y la determinación de conseguir resultados bajo términos económicos sólidos.
—¿Le preocupa el futuro del programa si el presidente Macri no es reelegido el año que viene?
—En primer lugar, sugeriría que vamos a empezar a ver un desarrollo positivo del programa en el segundo trimestre de 2019, eso es, abril, mayo, junio deberían ver el principio de un giro y luego de eso será el pueblo argentino el que decida qué quiere para su futuro.