La llegada a los medios de Javier Bazterrica, acusado de seducir a mujeres (como la hermana de Flavio Mendoza) para sacarles dinero, encendió el alerta: un vividor puede estar más cerca de lo que pensamos, y también puede pasar «desapercibido». Aquí, cuáles suelen ser sus trucos para ganarse la confianza de una persona y su familia.
¿Cómo saber si estoy viviendo con un psicópata?
La personalidad de los “gigolós” se caracteriza por la manipulación constante. Llevan adelante un cortejo con “buena labia” y un despliegue de falsas capacidades (amor, inteligencia, poder, dinero, títulos, etc.) que el sujeto sugiere o dice tener. La manipulación es la base de su conducta: se basa en “amoldarse” a las necesidades del otro para cubrir sus carencias afectivas y encontrar afinidades que sostengan el vínculo, sobre todo, cuando obtiene beneficios de la relación (léase dinero, bienes, status, etc.).
La intuición para detectar las debilidades ajenas es muy aguzada; apenas conocen a la persona empiezan a pergeñar estrategias para entrar en el mundo del otro. Luego vendrán los pedidos de dinero o las miles de excusas para explicar por qué, justo en ese momento que hay que pagar la cena, se quedó sin efectivo y miles de ejemplos más. Alarma en ellos la habilidad para convencer a los demás frente a posibles sospechas y elaborar las más ingeniosas respuestas. El descaro los lleva a conocer a la familia y a los amigos para establecer alianzas y ser aceptado por el entorno íntimo, de esta manera, tiene un resguardo cuando empieza a aparecer los primeros signos de desconfianza.
Las víctimas suelen tener una primera intuición, que después desechan en pos de la ilusión de estar en pareja, o se autoconvencen de que es solo la “imaginación de una mina dolida por decepciones anteriores”. En las mujeres que son víctimas de estos sujetos es frecuente escuchar: “me dejé llevar por la ilusión”, “yo sabía que había algo raro pero lo dejaba pasar”, “en la cama se me iban todas las sospechas y me volvía a convencer”.
Algunos datos a tener en cuenta para reconocerlos:
* Seducción adaptada al tipo de mujer “actitud camaleónica”.
* Promesas que nunca se cumplen.
* Despliegue de capacidades que el sujeto cree tener y no pone en duda: dinero, poder, relaciones, status, belleza, inteligencia, “amor hacia los demás”.
* Intuición afinada, sagaz.
* El gigoló saca a la mujer del encierro lo cual suma al atractivo. Le gusta salir y mostrarse.
* Hacen comentarios “como al pasar” que la mujer no espera; ellas se sienten “descubiertas”: “cómo este tipo que recién me conoce sabe tanto de mí”.
* Sensibilidad y romanticismo aparente.
* No se limitan sexualmente e intentan satisfacerlas.
* Mentiras constantes acompañadas de infinidad de justificaciones.
* Necesidad de establecer alianzas con la familia o amigos de la víctima o por el contrario, alejarla de aquellos que sean un “peligro” para él.
* Intentan mitigar las sospechas buscando un “enganche sexual”.
Por el doctor Walter Ghedin, médico psiquiatra y sexólogo.
Fuente: http://entremujeres.clarin.com/vida-sana/psicologia/Javier_Bazterrica-gigolo_estafador-estafa-estafador-Flavio_Mendoza_0_1416458593.html