La osteoporosis es considerada como una afección silenciosa porque no hay dolor. Es una enfermedad que se caracteriza por la disminución de la masa ósea que deteriora el hueso y lleva a la pérdida de tejido óseo, lo que supone un aumento de la fragilidad de los huesos y del riesgo de sufrir fracturas. Quienes la padecen solo se dan cuenta cuando ocurre la primera fractura.
De acuerdo con cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), este padecimiento afecta a una de cada tres mujeres y a uno de cada cinco varones mayores de 50 años. El impacto de la osteoporosis es alto a nivel económico.
Según una investigación publicada en The Journal of Medical Economics, se mostró que en Brasil, México, Colombia y Argentina se espera que la carga económica aumente más de 1.000 millones de dólares anuales durante los próximos siete años. Además, se prevé que para el 2050 ocurran 4,5 millones de fracturas en total.
Causas
El origen de la osteoporosis debe buscarse en los factores que influyen en el desarrollo y la calidad del hueso. Es decir, el riesgo a padecerlo vendrá determinado por el nivel máximo de masa ósea que se obtenga en la edad adulta, como el factor envejecimiento.
También intervienen los factores genéticos y hereditarios. Por ejemplo, las hijas de madres que tienen osteoporosis adquieren un volumen de masa ósea inferior que las hijas de madres con huesos normales.
La desnutrición, la mala alimentación, la menopausia, el sedentarismo y la administración de algunos fármacos también favorece la aparición de la osteoporosis.
Prevención
La prevención de la osteoporosis se desarrolla en las etapas de formación ósea, así podremos conseguir la máxima mineralización posible, y en la fase adulta minimizar las pérdidas. Para esto, se aconseja una dieta equilibrada que cubra todas las necesidad de los nutrientes y hacer ejercicio de forma regular.
La alimentación es fundamental para el desarrollo estructural y funcional del hueso, específicamente el consumo de calcio. La mejor fuente de calcio que tenemos en la alimentación es proveniente de los lácteos (leche, yogures, queso). Las legumbres, los frutos secos, el brócoli o la col también aportan calcio.
Junto con el calcio, estudios han descrito que la suplementación de colágeno retrasa la pérdida de masa ósea. Por tanto, mejora la densidad ósea en personas con osteoporosis.
También, el suministro de vitamina D es esencial para la formación del hueso. Esta vitamina ayuda a que el calcio de la dieta se absorba mejor. La podemos sintetizar en la alimentación (pescado azul, setas, leche de vaca o huevos) o cuando el sol nos da en la piel (10 minutos cada día).
Por otra parte, se ha observado que la actividad física tiene un papel protector de la salud ósea. Las tensiones que recibe el esqueleto cuando practicamos ejercicio favorecen la calidad del hueso. Por ejemplo, los ejercicios con impacto son especialmente importantes durante la pubertad.