1. No tengas reparo en decir NO.
No tienes absolutamente ninguna obligación de darle tu dinero a alguien, y más siendo un dinero duramente ganado o ahorrado a base de sacrificios. A menudo, estás haciendo una peligrosa inversión de mucho riesgo y cero recompensa.
Sigue tu intuición, y si no te sientes cómodo prestando el dinero a esa persona en concreto, sólo di que NO. Si por no prestar dinero, ese amigo se pelea, ten muy presente que lo más probable es que fueras a terminar así de igual modo, aunque sin el dinero que prestaste. Analiza muy bien a quién estás pensando en ayudar.
2. No cedas al chantaje emocional.
Las personas que necesitan dinero, en ocasiones te expondrán una situación mucho peor de la que realmente tienen, con lágrimas incluidas. Cuando veas a una persona con ese nivel de dramatismo, piensa que llegados a esa situación, lo más probable es que su situación vaya a peor, y no a mejor, por lo que la probabilidad de que te devuelvan tu dinero en el corto-medio plazo va a ser bastante baja. Claro que si quieres hacer una obra de caridad, eso ya es otra historia.
3. No uses tus propios ahorros.
Presta únicamente una cantidad que te puedas permitir perder en caso de que el dinero no sea devuelto, pues existe probabilidad de que así sea.
Si tienes un producto de ahorro o inversión, no saques el dinero de ahí, y tampoco uses el dinero destinado a tu fondo de emergencia, pues ese dinero está precisamente para eso: para emergencias (las tuyas).
4. Si prestas el dinero, no eches nada en cara.
Si el dinero va ir acompañado de un «discursito» en el que vas a criticar las habilidades financieras de esa persona o lo mal hombre de negocios que es, la mala cabeza que esa persona tiene, etc… no lo prestes, pues esa persona cogerá el dinero, pero no estará realmente agradecida contigo, sino humillada por ti. Y si algún día te devuelve el dinero, su sensación con respecto a ti quedará grabada en su cabeza. Claro que puedes darle un consejo de forma cortés.
5. Redacta un contrato.
La mayoría de las personas olvidan que el hecho de prestar dinero casi nunca es meramente amistad, sino una transacción financiera con unas estadísticas nefastas de cumplimiento. Por eso, intenta hacerlo de forma profesional.
Hacerlo amistosamente, pero con un contrato por escrito: vamos a hacer un papel donde ponga que hemos prestado a «fulanito» 1.000€, y que se compromete a devolverlo en la fecha acordada. tenerlo por escrito y que cada uno tenga una copia, al menos recuerda que uno debe dinero y al otro le deben dinero. Y si la cosa se tuerce, al menos tienes un documento que te serviría en un procedimiento legal. No obstante, por si te sirve de motivación inversa, si esa persona pierde su trabajo y se queda sin ingresos, ningún juez le va a embargar nada para pagarte a ti.
Esa persona únicamente debería decirle al juez que reconoce la deuda y que tiene intención de pagártela, pero que ahora no puede.
6. Ponte en el peor escenario posible.
En la mayoría de los casos, cuando prestamos dinero a amigos o familiares, no siempre todo acaba como lo habíamos planeado, por lo que debes hacerte algunas preguntas:
- ¿Podré pasar sin que me afecte en caso de que no me devuelvan ese dinero?
- ¿Qué conflictos me acarrearía si no me pagan el dinero?
- ¿A parte del dinero, qué más perdería si dejo de ver a esa persona al estar incómoda por deberme dinero? Y es que a veces, no sólo perdemos al amigo, sino todo lo que acompaña a ese amigo.